En la era de la digitalización y la búsqueda constante de la eficiencia, el término Ciudad Inteligente o Smart City se ha convertido en sinónimo de progreso y modernización. A menudo, asociamos este concepto con tecnologías de vanguardia como la domótica, vehículos eléctricos autónomos, el Internet de las cosas (IoT) conectividad entre diferentes elementos de infraestructura de las ciudades, transporte automatizado, etc. Sin embargo, detrás de esta cara tecnológica, la verdadera esencia radica en un cambio de mentalidad de sus ciudadanos.
La mentalidad, motor de cambio de las Ciudades Inteligentes
Debemos entender de raíz que las ciudades inteligentes no son simplemente un conjunto de tecnologías avanzadas; son organismos complejos que comprenden elementos como el suministro de energía, agua, calefacción, la administración de recursos, la seguridad y la comunicación. La tecnología desempeña un papel fundamental al permitir procesos más eficientes en estos aspectos, pero es la mentalidad de los actores involucrados lo que realmente impulsa el progreso.
Esta mentalidad se refleja en la adaptabilidad, la innovación y la búsqueda constante de formas de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Las ciudades inteligentes no solo buscan eso, ser más inteligentes o estar más mejor conectadas, sino también mejores para sus habitantes. El objetivo final de estas implementaciones es mejorar la vida de las personas.
Para evaluar el éxito de una ciudad inteligente, es esencial ir más allá del crecimiento económico basado macroeconomía e índices como, por ejemplo, el Producto Interior Bruto (PIB) o la riqueza de un país. Hay algo más esencia aún: la felicidad de los ciudadanos debe ser un indicador fundamental. Diversos estudios han identificado seis características principales que contribuyen a la felicidad: PIB per cápita, apoyo social, esperanza de vida, libertad, sentido de comunidad y percepción de corrupción.
Otros, sin embargo, aseguran que la salud mental es el factor más importante para la felicidad de la población, factores como la calidad del empleo, la autoestima, la confianza, la seguridad, los hábitos de vida y la percepción de igualdad e inclusión social.
Por lo tanto, las ciudades inteligentes deben centrarse en crear un entorno propicio para el bienestar psicológico de sus habitantes. La infraestructura, las políticas y la tecnología deben estar al servicio de la población para aumentar su calidad de vida y su felicidad.
Sostenibilidad: un desafío ineludible
El desarrollo tal como se ha entendido en el pasado plantea un dilema significativo en el contexto de la sostenibilidad ambiental. La conservación del planeta y la preservación de la naturaleza son preocupaciones cada vez más relevantes. Los patrones de consumo actuales son insostenibles.
“Si todos los habitantes del planeta llevaran el mismo estilo de vida y consumo que Norteamérica necesitaríamos 4,8 planetas iguales a la tierra para no acelerar su degradación al ritmo que lo ha hecho en las últimas décadas”
Aquí es donde entra en juego el concepto de «energía colaborativa». Compartir infraestructuras y equipos entre la población reduce la huella de carbono de cada individuo y fomenta un sentido de comunidad. Ejemplos como Airbnb, sharing de bicis, patinetes o coches, ilustran cómo la propiedad individual ya no es esencial. Sin embargo, la economía colaborativa exige un alto nivel de confianza y: gobiernos, población y tecnología deben trabajar juntos para crear un entorno sostenible y equitativo.
Líderes en proyectos de Ciudades Inteligentes
Varias ciudades en todo el mundo están liderando el camino en la implementación de proyectos de ciudades inteligentes y están abrazando la mentalidad necesaria para el cambio y priorizando la felicidad de sus ciudadanos.
Viena, Austria. Destaca por su enfoque en la movilidad sostenible y la calidad de vida de sus ciudadanos. Ha invertido en sistemas de transporte público eficientes y espacios verdes accesibles.
Ámsterdam, Países Bajos. Es conocida por su enfoque en la bicicleta como medio de transporte principal. Promueve la sostenibilidad y la movilidad activa de sus habitantes.
Hangzhou, China. Se ha centrado en la tecnología para mejorar la vida de sus ciudadanos, incluyendo un sistema de transporte público basado en el reconocimiento facial.
Copenhague, Dinamarca. Ha implementado políticas progresivas para reducir la congestión del tráfico y promover la sostenibilidad ambiental.
Barcelona, España. Destaca por su enfoque en la gestión de residuos y la eficiencia energética, así como por fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Las ciudades líderes en proyectos de ciudades inteligentes están demostrando que es posible crear entornos urbanos sostenibles, eficientes y, sobre todo, felices. A medida que avanzamos hacia el futuro, debemos recordar que la mentalidad es la verdadera palabra de moda… Y está, exclusivamente, en tus manos para que la tecnología pueda resultar verdaderamente eficiente.
Fotos: Freepick
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