En Prato, Italia, una ciudad con una rica historia textil desde la Edad Media, se está reinventando la industria de la moda. Desde mediados del siglo XIX, esta ciudad ha estado reciclando lana, convirtiéndose en un líder en textiles reciclados y afrontando los desafíos medioambientales actuales. Este enfoque sostenible, nacido de la necesidad y la pobreza, ahora se perfila como una solución viable para la crisis de la moda rápida y su impacto en el medio ambiente.

Fast fashion: una gran amenaza 

La industria textil, conocida por ser una de las más contaminantes del mundo, encuentra en Prato un ejemplo de transformación. La producción de moda rápida, con sus emisiones tóxicas y su devastador impacto ambiental, ha impulsado un consumo desmesurado de textiles en Europa. Según la Comisión Europea, este consumo es el cuarto mayor impacto ambiental en el continente, solo superado por la alimentación, la vivienda y la movilidad. La industria textil se sitúa como la tercera mayor consumidora de agua y tierra, y ocupa el quinto lugar en el uso de materias primas y emisiones de gases de efecto invernadero.

Un informe de la Fundación Ellen MacArthur de 2017 revela que el sector consume anualmente entre 792 y 931 mil millones de metros cúbicos de agua, equivalente al 4% de toda la extracción de agua dulce a nivel global. Europa enfrenta un ciclo vicioso: compramos más ropa que nunca, pero su durabilidad se ha reducido a la mitad. La mayoría de estas prendas acaban en vertederos, lejos de la vista y la conciencia europea. Menos de la mitad de la ropa usada se recolecta para su reutilización o reciclaje, y apenas el 1% se recicla en nuevas prendas.

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Prato: líder en reciclaje de lana

En este contexto, Prato emerge como un ejemplo de sostenibilidad. Con una ley que prohíbe la importación de lana cruda, la ciudad se ha especializado en el reciclaje de este material, produciendo el 15% de los textiles reciclados del mundo. Comistra, una empresa italiana centenaria, lidera este esfuerzo. Diariamente, toneladas de retazos usados llegan a sus almacenes para una nueva vida. «El 60% de nuestras materias primas se destinan a la reutilización. Un 35% se recicla y solo un 5% se desecha o se valoriza térmicamente», explica Alice Tesi, jefa de Marketing de Comistra. La lana, una vez clasificada por color, se reduce a fibra y se regenera mediante máquinas, para luego convertirse en hilos y tejidos que resurgen en nuevas prendas. Además, el agua utilizada en este proceso se recicla y reutiliza, cerrando el ciclo.

La Unión Europea, consciente de esta necesidad, impulsa una estrategia textil sostenible que promueve el uso de fibras recicladas y el ecodiseño. Fabrizio Tesi, CEO de Comistra, considera que es fundamental pensar en el ciclo completo de una prenda: su reparación, reciclaje y reutilización. «Estamos ante una gran oportunidad con el Green Deal de Europa. La introducción de equipos en el sector del reciclaje generaría un significativo empleo», afirma.

El reto de la sostenibilidad en el textil

El desafío de transformar la industria textil es complejo y requiere una revisión profunda de las prácticas actuales. Con el aumento de la conciencia ambiental, la UE está contemplando una serie de medidas para promover la sostenibilidad. Una de ellas es el Pasaporte Digital de Producto, parte de la propuesta de Reglamento de Ecodiseño para Productos Sostenibles y una acción clave en el Plan de Acción de Economía Circular (CEAP). Este pasaporte permitiría compartir información esencial sobre la reciclabilidad y el impacto ambiental de los productos.

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Niccolò, fundador de Rifo, una startup que favorece fibras naturales y diseños reciclables, destaca un problema crítico: la mayoría de las telas del mercado son de bajo costo y no reciclables. “La mezcla de fibras naturales y sintéticas complica el reciclaje. Es necesario introducir un criterio de reciclabilidad”, explica. Además, se espera una revisión de la directiva marco de residuos de la UE, que implicaría que los contaminadores industriales paguen por la recogida selectiva de textiles usados.

Mientras tanto, en Prato, un nuevo centro de clasificación textil está en construcción. Su objetivo es duplicar la cantidad de telas recolectadas y modernizar el sector de reciclaje. Este enfoque no solo es una cuestión de sostenibilidad ambiental, sino también una oportunidad económica significativa para la región y para Europa en general.

Un cambio en la mentalidad del consumidor

Sin embargo, muchos expertos sugieren que la solución a largo plazo podría ser más radical: comprar menos. Deimantė Bulbenkaitė, periodista de moda de Lituania y colaboradora de la aplicación de segunda mano ‘Vinted’, señala que, si bien la moda rápida ofrece una vestimenta accesible, el volumen de producción es catastrófico. Según la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa, el 85% de los textiles terminan en vertederos, representando 21 mil millones de toneladas al año. Eurostat estima que en 2020, los ciudadanos de la UE compraron 6.6 millones de toneladas de ropa y calzado, lo que representa un grave problema de sostenibilidad.

En última instancia, el caso de Prato nos insta a reflexionar: la sostenibilidad no es solo una meta a alcanzar, sino un viaje continuo de innovación, adaptación y compromiso. Con cada hilo reciclado y cada prenda reutilizada, estamos tejiendo un futuro más verde y responsable para nosotros y para las generaciones futuras.

El artículo Cómo una ciudad italiana está redefiniendo la moda con reciclaje y desafiando al fast fashion aparece primero en Driving ECO.

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