El Volkswagen T-Cross es el segundo coche más vendido de la marca alemana en nuestro país, sólo por detrás del VW T-Roc. Y es que, mientras que hace unos años los más vendidos eran modelos como el Golf, el Polo o el Passat, la tendencia hace que los modelos más demandados en la compañía sean de tipo SUV.
Recientemente hemos estado con Volkswagen en Navarra, conociendo el restyling de este crossover urbano. No es casualidad que la firma alemana nos haya llevado a la factoría de Landaben, donde producen el Polo, el Taigo y este Volkswagen T-Cross. A mitad de 2024 dejarán de ensamblar el Polo para preparar la llegada de dos coches eléctricos a la fábrica.
Pero centrémonos en el Volkswagen T-Cross. Desde su lanzamiento en 2019 se han fabricado más de 700.000 unidades para Europa y 1,2 millones para todo el mundo. Con sus 4,13 metros de largo, pertenece al segmento B-SUV, por lo que rivaliza con coches como el Seat Arona, Renault Captur, Peugeot 2008 o Ford Puma entre muchos otros. ¿Qué cambios introduce ahora para mantenerse joven, fresco y atractivo para el público?
Muy pocos cambios estéticos, pero mejor iluminación
Como decíamos, es un restyling y no un relevo generacional. Así que las modificaciones no son enormes. Para diferenciarlo del predecesor lo mejor es fijarnos en los paragolpes y su protector inferior plateado de serie, y especialmente en los faros y pilotos de LED, que cambian sus formas internas.
Por cierto, la iluminación opcional es la LED IQ. Light matricial, que antes no estaba disponible en el T-Cross. En caso de escogerlos, los faros delanteros se comunican gracias a una línea iluminada, algo a lo que VW está recurriendo mucho últimamente. Los traseros también se unen con una tira LED y, además, tienen intermitentes dinámicos.
A esto hay que añadir una actualización