El sector de la carga de vehículos eléctricos enfrenta un problema de «huevo y gallina»: pocos puntos de carga pública y costos de instalación elevados impiden la adopción masiva de EVs. Sin embargo, una revisión de la economía de la carga y estrategias innovadoras podrían romper este ciclo, según expertos de la industria.
El dilema de la carga de vehículos eléctricos
Los vehículos eléctricos (EVs) se enfrentan a un problema clásico de «huevo y gallina». Mientras que los conductores, acostumbrados a la comodidad de las estaciones de gasolina, dudan en confiar en una red de carga pública visiblemente más pequeña (menos de 65,000 ubicaciones en EE.UU. en comparación con 145,000 estaciones de gasolina), los propietarios de puntos de carga luchan por recuperar los costos de instalación y operación. Esta disparidad se agrava porque incluso los cargadores más rápidos tardan más que llenar un tanque de gasolina, y el equipo «Nivel 2» más común puede tardar horas.
Una necesidad urgente de más y mejores cargadores
Los conductores exigen más puntos de carga y tiempos de carga más rápidos. Sin embargo, las empresas que poseen cargadores públicos a menudo no logran obtener suficiente uso para ser rentables. La falta de usuarios justifica una red nacional extensa, pero la insuficiencia de puntos de carga aleja a los potenciales compradores de EVs, perpetuando un ciclo de frustración y pérdidas.
Bajo presión para reducir costos, el CEO de Tesla, Elon Musk, despidió el mes pasado a toda la división de supercargadores de la compañía, aunque luego suavizó su postura. Redes de carga como EVgo y ChargePoint, que salieron a bolsa con gran entusiasmo en 2021, han visto caer sus acciones más del 90%. Sin subsidios, «la economía de la unidad simplemente no funciona», explica Quinn Pasloske, de Greenbacker Capital, un inversor en infraestructura sostenible.
Una nueva mirada a la economía de la carga de EVs
Romper este ciclo requiere una revisión de la economía de la carga de EVs. En lugar de intentar instalar equipos en todas partes de inmediato, los emprendedores deben concentrar sus ofertas de alta velocidad donde puedan tener el mayor impacto. David Giordano, jefe global de infraestructura climática en BlackRock, destaca la disparidad entre los mejores sitios y aquellos menos atractivos desde el punto de vista del tráfico. BlackRock apoya esfuerzos para construir una red de carga de alta velocidad a lo largo de rutas de carga críticas.
Enfoques creativos y subsidios necesarios
Los sitios menos concurridos requerirán enfoques más creativos y subsidios de fabricantes de automóviles y legisladores interesados en acelerar la adopción de EVs. Walmart y Starbucks, por ejemplo, ven el servicio de carga como una forma de atraer más clientes, en lugar de esperar que sea rentable por sí solo. En el Medio Oeste de EE.UU., los casinos administrados por tribus nativas americanas ofrecen cargadores de EVs para atraer a los visitantes. Revel, también respaldado por BlackRock, combina un negocio de carga con un servicio de ride-share eléctrico, asegurando una demanda constante.
Aprovechar el tiempo de carga sin supervisión
Una ventaja de los EVs sobre los coches de gasolina es que no requieren supervisión mientras se cargan. Si los cargadores lentos se vuelven ampliamente disponibles en lugares como hoteles, centros comerciales y universidades, los conductores se acostumbrarán gradualmente a cargar en lugares donde ya planean quedarse varias horas. Empresas como Qwello, con sede en Múnich, instalan cargadores de velocidad moderada en concesiones de estacionamiento en centros de ciudades, ayudando a amortiguar los costos de capital con las tarifas de estacionamiento.
Una pausa para preparar la transición
En las últimas semanas, los fabricantes de automóviles han advertido sobre una desaceleración en las ventas de EVs, y el plan de la administración Biden de imponer altos aranceles a las importaciones chinas probablemente empeorará las cosas. Sin embargo, a veces se necesita una pausa para preparar una transición duradera. Recordemos los finales de la década de 1990, cuando la burbuja puntocom impulsó todo tipo de sueños de internet minorista que fracasaron porque los clientes carecían del servicio de banda ancha necesario. Esa primera oleada de entusiasmo, aunque efímera, desencadenó una mayor inversión en infraestructura tecnológica, haciendo posibles las gigantescas empresas de comercio electrónico y plataformas que ahora forman la columna vertebral de nuestra economía.
Para los coches, una desaceleración debería dar tiempo para mejorar las baterías, aumentar la autonomía y acelerar la carga. Una vez que los conductores puedan recorrer mayores distancias, su necesidad de equipos de carga rápida en carretera se moderará. Puede ser imposible replicar completamente la red actual de estaciones de gasolina, pero no parece que vaya a ser necesario.
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