La invasión rusa de Ucrania ha generado al menos 175 millones de toneladas de CO2 equivalente, más que las emisiones anuales de 175 países, revela un nuevo informe. Este impacto, comparado con el uso de 90 millones de coches de gasolina durante un año, exacerba la crisis climática global, además del devastador costo humano y material. La investigación, la más completa hasta la fecha sobre los impactos climáticos de un conflicto, estima que Rusia enfrenta un posible pago de $32 mil millones en reparaciones climáticas.
El impacto climático de la guerra en Ucrania
La guerra entre Rusia y Ucrania ha tenido consecuencias devastadoras no solo para la población y la infraestructura, sino también para el medioambiente. Según un informe de la Iniciativa de Contabilidad de Gases de Efecto Invernadero de la Guerra (IGGAW), la invasión rusa ha generado al menos 175 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO2e) en sus primeros dos años. Esta cifra es mayor que las emisiones anuales de 175 países, incluidos Países Bajos, Venezuela y Kuwait.
Estas emisiones provienen de múltiples fuentes, como el uso directo de combustibles por las tropas rusas, los incendios en paisajes, la reubicación de vuelos, la migración forzada y las fugas de infraestructura de combustibles fósiles atacada. Además, la reconstrucción futura de las áreas devastadas también contribuirá significativamente a las emisiones de carbono.
Desglose de las emisiones de guerra
Un tercio de las emisiones provienen directamente de la actividad militar, siendo el combustible utilizado por las tropas rusas la mayor fuente individual, con 35 millones de tCO2e. La fabricación de explosivos, municiones y defensas, así como el combustible usado por los aliados para entregar equipo militar, también contribuyen a estas emisiones.
Otro tercio de las emisiones está vinculado a la reconstrucción de infraestructuras destruidas, como escuelas, hogares, puentes, fábricas y plantas de agua. La elección de materiales y técnicas de construcción tendrá un impacto a largo plazo en la huella de carbono de esta reconstrucción, como señala Neta Crawford, autora de «El Pentágono, Cambio Climático y Guerra».
El tercio final de las emisiones proviene de incendios en paisajes, desvíos de vuelos comerciales, ataques a infraestructuras energéticas y el desplazamiento de casi 7 millones de personas. Los incendios, que han aumentado en tamaño e intensidad cerca de las líneas del frente, representan el 13% del costo total de carbono, con un millón de hectáreas quemadas vinculadas a causas militares.
Consecuencias globales y reparaciones climáticas
La destrucción del gasoducto Nord Stream 2 en septiembre de 2022, que liberó grandes cantidades de metano al mar, generó aproximadamente 14 millones de tCO2e. Además, se estima que 40 toneladas de hexafluoruro de azufre (SF6), un gas con un potencial de calentamiento 23,000 veces mayor que el CO2, se filtraron debido a ataques rusos a instalaciones de la red eléctrica ucraniana.
El consumo de combustible de aviación también se ha disparado, ya que las aerolíneas europeas y americanas evitan el espacio aéreo ruso, y algunas asiáticas toman rutas más largas por precaución, generando al menos 24 millones de tCO2. El desplazamiento forzado de personas ha añadido casi 3.3 millones de tCO2e, incluidos los más de 5 millones de ucranianos que buscaron refugio en Europa y millones de desplazados internos y rusos que huyeron de Rusia.
Repercusiones políticas y económicas
La Asamblea General de la ONU ha declarado que Rusia debería compensar a Ucrania por la guerra, y el Consejo de Europa ha establecido un registro de daños que incluirá emisiones climáticas. Los activos rusos congelados podrían usarse para cubrir estos costos. La estimación de reparaciones, basada en un estudio reciente revisado por pares que calcula el costo social del carbono en $185 por tonelada de gases de efecto invernadero, asciende a $32 mil millones.
Lennard de Klerk, autor principal del informe IGGAW, enfatiza que «Rusia está dañando no solo a Ucrania, sino también a nuestro clima. Este ‘carbono de conflicto’ es considerable y se sentirá globalmente. La Federación Rusa debería pagar por esto, una deuda que debe a Ucrania y a los países del sur global que sufrirán más por el daño climático».
La necesidad de una contabilidad climática en conflictos
El informe de IGGAW es el análisis más completo del costo climático de cualquier conflicto y el primero en calcular reparaciones por impactos climáticos relacionados con la guerra. Según Ruslan Strilets, ministro de protección ambiental y recursos naturales de Ucrania, esta información será crucial en el caso de reparaciones que Ucrania está construyendo contra Rusia.
Históricamente, los gobiernos han sido deficientes en contabilizar el costo climático de la guerra y del complejo industrial militar en general. Los datos oficiales son escasos o inexistentes debido al secreto militar, y solo cuatro países reportan datos incompletos sobre emisiones militares a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
La invasión de Ucrania ha desencadenado un aumento en el gasto militar, especialmente en Europa, incrementando la demanda de materiales como explosivos y acero, lo que inevitablemente aumentará las emisiones militares, no contabilizadas en los planes de acción climática internacionales. Este informe llama a una mayor transparencia y responsabilidad en la contabilidad de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con conflictos y actividades militares, subrayando la interconexión entre seguridad, conflicto y cambio climático.
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