Cada vez que Marina va al supermercado, sin saberlo, se lleva a casa miles de litros de agua virtual. Este concepto, que refiere al agua utilizada en todas las fases de producción de un producto, desde el cultivo hasta la venta, tiene un peso significativo en nuestra huella de carbono. Descubre cómo entender y reducir este consumo invisible puede contribuir a un mundo más sostenible.
Definición y cálculo del agua virtual
El agua virtual se define como la cantidad de agua necesaria para cultivar, crear o procesar un producto. Este concepto, aunque invisible para los consumidores, está presente en la comida y en los objetos de uso diario. Para calcular el agua virtual, se considera el agua utilizada y contaminada en todas las etapas del proceso de producción: cultivo, procesamiento, fabricación, transporte y venta.
José Francisco García, director del Institut de Recerca de l’Aigua (IdRA), explica: “Para obtener un kilo de tela de algodón, necesitamos alrededor de 11.000 litros de agua, y para un kilo de carne, 15.000 litros. Esto se debe a la gran cantidad de procesos involucrados, como el riego en el caso del algodón, donde una gran parte del agua se evapora”.
El impacto del agua virtual en la producción
El concepto de agua virtual fue acuñado en 1993 por el investigador británico John Anthony Allan, quien desarrolló un método para conocer el agua utilizada en la fabricación de productos. Calcular esta huella no es sencillo, ya que implica registrar cuidadosamente la cantidad de agua dulce utilizada en cada proceso, incluyendo las pérdidas y el agua que termina contaminada.
“Las cifras resultantes son sorprendentes y se refieren a volúmenes enormes, especialmente si pensamos en unidades de bebida”, comenta García. Por ejemplo, producir 100 gramos de chocolate requiere unos 2.400 litros de agua debido a los múltiples procesos involucrados, desde el cultivo del cacao hasta la producción del producto final.
El verdadero valor del agua virtual
El agua es un recurso finito y escaso, fundamental para la vida y para diversas actividades humanas como la agricultura y la industria. La gestión adecuada del agua es crucial, y el agua virtual juega un papel importante en esta ecuación. Por ejemplo, un país con recursos hídricos limitados puede optar por importar trigo en lugar de cultivarlo localmente, ahorrando así grandes cantidades de agua. Este comercio de agua virtual ha aumentado a medida que crecen las importaciones y exportaciones de productos.
Reduciendo la huella del agua virtual
Reducir la huella del agua virtual implica optimizar el uso del agua en cada etapa del proceso productivo. Sin embargo, la solución no es tan simple y requiere cambios en nuestros hábitos de consumo y producción. José Francisco García sugiere que la clave está en priorizar el uso del agua de manera más criteriosa. “Estamos acostumbrados a que el agua es barata porque podemos obtener tanta como queramos a cambio de energía, pero esto lleva a un uso ineficiente”, señala.
Para reducir el agua virtual, García recomienda aplicar la regla de las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. Por ejemplo, en lugar de comprar cinco pantalones cada temporada, podemos comprar solo dos, reduciendo significativamente el consumo de agua.
Cambios necesarios para la sostenibilidad
El cambio en nuestros hábitos de consumo es esencial para abordar el problema del agua virtual. García concluye: “Estamos hablando de cambios que tienen que ver con el comportamiento de la población. Un cambio real en nuestra forma de vida es la única solución para muchos de nuestros problemas. La idea alrededor de la que gira todo es la sostenibilidad”.
El concepto de agua virtual revela la cantidad de agua utilizada en la producción de bienes, un aspecto a menudo invisible pero crucial para la sostenibilidad. Al ser conscientes de este consumo y adoptar hábitos más responsables, podemos contribuir a la conservación del agua y a la protección del medio ambiente. La gestión eficiente del agua virtual es un paso fundamental hacia un futuro más sostenible.
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