Como elemento del vehículo sometido a desgaste, el embrague en los coches con caja de cambios manual necesita una serie de cuidados si no quieres pasar por el taller antes de tiempo y, sobre todo, realizar un desembolso elevado para solucionar el posible problema. Porque la duración del embrague, que hace de «enlace» entre el motor y la caja de cambios para transmitir la potencia a las ruedas, depende mucho de la utilización del vehículo y, en cierto modo, también de la «habilidad» del conductor en el día a día, para no someterlo a un desgaste excesivo.
Para que te hagas una idea. Un embrague en un coche convencional bien «conducido» puede durar bien por encima de los 300.000 km sin problemas. Pero basta someter al embrague a un buen calentón, por ejemplo abusando de su patinamiento a la hora de iniciar la marcha en una rampa con una fuerte pendiente, para que el embrague de un coche nuevo diga «hasta aquí hemos llegado» mucho antes de tiempo.
¿Cómo saber si el embrague de mi coche patina?
Para responder a esta pregunta conviene conocer el principio de funcionamiento básico del embrague. Este elemento se encarga de acoplar y desacoplar la transmisión del motor para poder cambiar de marcha y, una vez selecciona la velocidad, seguir transmitiendo la potencia a las ruedas.
Para ello, el embrague cuenta con unos discos de fricción, los ferodos. El desembragar -pisar el pedal del embrague- desacoplamos los discos de embrague del volante motor y se interrumpe la transmisión de potencia a las ruedas. Una vez seleccionada la marcha, embragamos -dejamos de pisar el pedal- y los discos vuelven ha entrar en contacto con el pedal del embrague, transmitiendo de nuevo la potencia a las ruedas.
Sabiendo esto, es fácil entender que si los discos están desgastados, no tendrán capacidad para transmitir potencia, y entonces el embrague, literalmente, patina. Pero ojo, porque también se puede hacer patinar un embrague nuevo con los ferodos en perfecto estado si no tenemos tacto con el acelerador y el propio pedal del embrague y no sincronizamos la maniobra de acelerar y soltar el pedal, o lo hacemos acelerando muy bruscamente.
Cuando los discos del embrague no puede transmitir la potencia a la transmisión, bien porque el ferodo del que se componen está desgastado, o porque estamos sometiendo al embrague a un sobre esfuerzo que no puede gestionar, el embrague «patina».
Si los discos del embrague están comenzando a desgastarse, lo notarás porque al acelerar en marchas largas, por ejemplo a partir de cuarta velocidad, el motor subirá de vueltas pero el coche no ganará velocidad como debería, o lo hará a trompicones. Es el momento de pasar por el taller para una revisión, antes de que un desgaste mayor de los discos pueda provocar averías mayores.
En una situación de sobre esfuerzo, como la mencionada al acelerar más de la cuenta con el embrague todavía pisado cuando arrancamos en primera velocidad en una rampa con una fuerte pendiente, el embrague puede patinar aunque sea nuevo. En estos casos, un síntoma claro es un fuerte y característico olor a quemado, e incluso puede aparecer humo en la zona del vano motor. Esta situación es la que más somete a desgaste al embrague, que también sufre más en las maniobras, y tanto más cuanto mayor sea la carga o el peso que tienes que arrastrar, sobre todo si toca tirar de una caravana o un remolque.
Un patinamiento puntual del embrague, en el que aparezca ese olor a quemado o el humo debido al exceso de fricción, someterá a los discos a un desgaste mayor, pero no necesariamente implica que tengas que pasar por el taller. Sí tendrás que hacerlo, sin embargo, si como hemos comentado al principio, notas que en marchas largas el coche no gana velocidad pero el motor sube de vueltas, o que al coche le cuesta iniciar el movimiento desde parado cuando sueltas el pedal.
Otros problemas con el embrague
Otros posibles problemas que pueden surgir relacionados con el embrague son los siguientes:
- Si el pedal se queda pisado y no recupera su posición puede ser debido a un fallo en el muelle de retorno, a una pérdida de fluido hidráulico en el bombín del enbrague o a un fallo en el plato de presión.
- Si el embrague no patina pero el coche da tirones y retiembla al soltar el pedal e iniciar la marcha, el motivo puede ser un alabeo del propio disco del embrague, que podría estar provocado por un sobrecalentamiento; por ejemplo, por exceso de patinamiento.
- Si el pedal pierde tacto y se queda muy blando, la avería estará seguramente en el bombín del embrague, que es el encargado de acoplar y desacoplar el disco mediante el sistema hidráulico.
- Por el contrario, en caso de un pedal excesivamente duro, al disco le cuesta desacoplarse y costará más de lo normal cambiar de marcha, debido a que está desgastado o porque hay que actuar sobre el mando del embrague para «tensarlo».