En un mundo donde millones sufren hambre, un tercio de los alimentos producidos a nivel global se desperdicia. Un nuevo informe de BBVA revela que este fenómeno contribuye hasta el 10% de las emisiones globales de CO2. Este artículo analiza las causas y consecuencias del desperdicio alimentario y propone soluciones para mitigar su impacto.

Un problema global con raíces profundas

El informe sobre el índice de desperdicio de alimentos 2024 de la ONU revela que en 2022 se desperdiciaron más de 1.000 millones de toneladas de alimentos en todo el mundo. Este desperdicio no solo representa un problema medioambiental significativo, contribuyendo entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), sino también un grave fallo social, afectando a 738 millones de personas que sufren hambre.

El nuevo monográfico de BBVA, titulado «El viaje de la comida a ninguna parte», explora en profundidad esta problemática, destacando la necesidad de un esfuerzo global concentrado para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos y avanzar hacia un sistema alimentario más sostenible y equitativo.

Pérdida vs. desperdicio alimentario

Es crucial distinguir entre la pérdida y el desperdicio alimentario. La pérdida de alimentos ocurre en las primeras fases de la cadena de suministro, como la recolección y el transporte, debido a la falta de infraestructuras adecuadas para mantener la cadena de frío. Esto resulta en la pérdida de 526 millones de toneladas de alimentos anualmente. En cambio, el desperdicio alimentario sucede en los puntos de venta y en los hogares, relacionado con los hábitos del consumidor y el funcionamiento del sistema. De los 1.000 millones de toneladas de alimentos desperdiciados en 2022, el 60% se generó en los hogares, lo que equivale a 1.000 millones de raciones de comida diarias.

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Impactos medioambientales y sociales

El desperdicio alimentario implica una pérdida masiva de recursos naturales vitales. Según ECODES, este desperdicio conlleva un uso masivo de agua dulce, agroquímicos y energía. Aproximadamente el 20% del consumo global de agua dulce se destina a alimentos que terminan en la basura, mientras que una extensión de tierras agrícolas equivalente a 28 veces la superficie de España se emplea de manera ineficiente. Además, la agricultura intensiva contribuye a la deforestación y emite grandes cantidades de CO2, alimentando el cambio climático y deteriorando la calidad del suelo.

El impacto social es igualmente devastador. El desperdicio alimentario incrementa los precios de los alimentos, contribuye a la inseguridad alimentaria y aumenta la pobreza y las desigualdades sociales. Según la FAO, casi el 30% de la población mundial no tuvo acceso constante a alimentos en 2022, una cifra alarmante que proyecta un persistente problema de hambre en el futuro próximo.

Soluciones innovadoras y acciones individuales

Reducir el desperdicio alimentario requiere tanto de soluciones innovadoras a nivel empresarial como de cambios en los hábitos individuales. Startups como Apple Sciences y Oscillum están desarrollando tecnologías para prolongar la vida útil de los alimentos y etiquetas inteligentes que indican el estado de frescura de los productos.

A nivel individual, prácticas como la planificación de compras, el adecuado almacenamiento de alimentos y la reutilización de sobras son fundamentales. Iniciativas como ‘La Nevera Medio llena’, de BBVA en colaboración con El Celler de Can Roca, demuestran cómo ingredientes descartados pueden transformarse en platos creativos, promoviendo una actitud más consciente y responsable hacia el consumo de alimentos.

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El compromiso de BBVA con la sostenibilidad

BBVA publica monográficos elaborados por expertos para difundir información especializada sobre temas relacionados con el cuidado del medioambiente y la inclusión social. Además del desperdicio alimentario, estos monográficos abordan temas como la sequía, las ciudades del futuro y la gastronomía sostenible. Estos recursos están disponibles gratuitamente y buscan fomentar una sociedad más verde e inclusiva, fortaleciendo el compromiso del banco con la sostenibilidad.

Accede a estos contenidos para ampliar tus conocimientos y contribuir a un mundo más sostenible. El desperdicio alimentario es un desafío global que requiere una acción colectiva e informada para mitigar sus efectos y avanzar hacia un futuro más equitativo y ambientalmente responsable.

La importancia de la colaboración y la educación

Para enfrentar el desperdicio alimentario de manera efectiva, es esencial la colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos. Las políticas públicas pueden fomentar la reducción del desperdicio mediante incentivos para la donación de alimentos y la implementación de programas de educación. Las empresas, por su parte, pueden adoptar prácticas sostenibles en toda la cadena de suministro, desde la producción hasta la venta, y utilizar tecnología para optimizar la gestión de inventarios y reducir el desperdicio.

La educación también juega un papel crucial. Informar a los consumidores sobre el impacto ambiental y social del desperdicio alimentario puede motivarlos a cambiar sus hábitos. Iniciativas educativas en escuelas y comunidades pueden enseñar técnicas de conservación de alimentos y la importancia de una planificación de compras eficiente. Además, las campañas de sensibilización pueden promover una mayor conciencia sobre el valor de los alimentos y la necesidad de evitar el desperdicio.

El artículo Desperdicio alimentario: una crisis silenciosa que genera el 10% de las emisiones globales aparece primero en Driving ECO.

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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.

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