Un reciente estudio de la Universitat Autònoma de Barcelona revela que el 70% de los hogares con niños en España desperdicia alimentos de manera habitual. La investigación, que analiza las características socioeconómicas de las familias, destaca la necesidad de una mejor planificación y concienciación para abordar este problema social y medioambiental.
Un problema extendido en los hogares españoles
En 2022, se tiraron a la basura 1170,45 millones de kilos de comida en toda España, con cada hogar desperdiciando una media de 65,5 kilos de alimentos o bebidas, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Un estudio reciente de la Universitat Autònoma de Barcelona, basado en 800 encuestas a familias españolas, ha revelado que siete de cada diez hogares españoles, especialmente aquellos con niños, desperdician alimentos de manera habitual.
Los resultados, publicados en la revista Frontiers in Nutrition, muestran que las familias con niños pequeños y adolescentes son las que más provisiones tiran, mientras que las familias monoparentales y aquellas con hijos mayores son las que menos desperdician. Los alimentos perecederos, como verduras (80 %), frutas (78 %) y productos a base de cereales (63 %), son los que más se desperdician, seguidos de los lácteos (25 %), especialmente en hogares con niños pequeños. En contraste, los productos de origen animal, como carne, pescado y huevos, son los que menos se desechan.
Causas del desperdicio alimentario
El deterioro de los alimentos es la principal causa del desperdicio, a menudo resultado de una mala gestión y la compra excesiva de productos perecederos que terminan en la basura antes de ser consumidos. El estudio también revela que el perfil de la persona encargada de hacer la compra es mayoritariamente una mujer (70 %), menor de 54 años (79 %), que trabaja a tiempo completo o parcial (78 %) y que gasta una media de 537 euros mensuales en comida. La mitad de las familias realiza sus compras en supermercados e hipermercados, y dos de cada tres hogares hacen una única compra principal a la semana, complementada con pequeñas compras adicionales.
En cuanto al comportamiento de consumo, el 66 % de las familias declara consumir productos frescos a diario, mientras que prácticamente todas consumen productos de origen animal más de cuatro días a la semana. Sin embargo, el 84 % de las familias reconoce que no cocina todos los días, lo que contribuye al desperdicio de alimentos.
Planificación y reducción del desperdicio
Para reducir la cantidad de comida que acaba en la basura, los investigadores destacan la importancia de planificar las compras y elaborar una lista de alimentos antes de acudir al mercado o supermercado. Los resultados indican que el 70 % de las familias ya lo hace, pero aún hay margen para mejorar. “Planificar detalladamente las comidas previstas, revisar los alimentos que ya tenemos en casa, hacer listas de la compra, congelar los alimentos para prolongar su vida o reutilizar las sobras permite desperdiciar menos”, afirma Pietro Tonini, investigador de la UAB y autor principal del estudio.
Los hogares que compran en tiendas pequeñas y mercados municipales tienden a desperdiciar menos comida que aquellos que compran en supermercados o hipermercados. Los envases, los descuentos y el marketing persuasivo de las grandes superficies inducen a adquirir más de lo necesario, contribuyendo al desperdicio.
Estrategias para combatir el desperdicio
Para abordar el problema del desperdicio alimentario, los investigadores sugieren la implementación de políticas públicas educativas dirigidas a las familias. Campañas escolares de concienciación sobre el impacto social y ambiental del desperdicio, así como el fomento de hábitos y dietas saludables basadas en productos locales y de temporada, pueden tener un impacto significativo.
Otra iniciativa útil sería incentivar la venta de productos a granel y la recogida separada de residuos orgánicos en vecindarios con altos porcentajes de hogares con niños. Estas medidas pueden mejorar la gestión de residuos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, herramientas y aplicaciones en línea pueden ayudar a gestionar la lista de alimentos más consumidos y planificar las compras de manera más eficiente. “Involucrar a los niños en la planificación y preparación de comidas también puede tener un impacto positivo”, concluye Tonini. Estas acciones combinadas pueden contribuir significativamente a reducir el desperdicio alimentario en los hogares españoles, promoviendo un consumo más responsable y sostenible.
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