Los neumáticos son una parte fundamental del vehículo, ya que de ellos depende tanto la adherencia en curvas, la distancia de frenada, la seguridad sobre superficies mojadas, además de ser más o menos eficiente en cuanto al consumo de combustible. Todo esto se puede alterar dependiendo de la composición del neumático, y también de la forma de su dibujo o huella.
Por eso, en este artículo nos centraremos en dos detalles fundamentales, uno es la huella y su influencia en el aquaplaning, y el otro es la distancia de frenada, para ver cómo influye y así concienciar a los conductores que descuidan esta parte…
Dibujo y aquaplaning
El aquaplaning, ese fenómeno tan temido por los conductores, se produce cuando una fina capa de agua se interpone entre el neumático y la carretera, provocando la pérdida de adherencia y control del vehículo. En este escenario, la huella del neumático, esa zona de contacto entre la goma y el asfalto, juega un papel crucial para evitar este peligroso deslizamiento.
La clave reside en la capacidad de la huella para desalojar el agua de manera eficiente. Un neumático con una huella bien diseñada permitirá que el agua escape por los surcos y canales, manteniendo el contacto entre la goma y la carretera. Por el contrario, un neumático con una huella desgastada o con un diseño inadecuado tendrá más dificultades para evacuar el agua, aumentando el riesgo de aquaplaning.
Los factores que influyen en el desalojo de agua son:
Profundidad del dibujo: es un factor determinante en la capacidad de desalojo de agua. Un neumático nuevo, con un dibujo profundo, podrá evacuar más agua que un neumático desgastado. Se recomienda mantener una profundidad mínima del dibujo de 1,6 mm, según la normativa europea.
Diseño de la huella: también juega un papel importante, la forma de los canales y tacos no se