El turbo era algo especial de los coches de carreras y de algunos deportivos al alcance de pocos. Sin embargo, en la actualidad es algo bastante común, especialmente en los modelos diésel. Este invento consiguió mejorar la potencia de los motores sin tener que aumentar la cantidad de cilindros o la cilindrada.
Actualmente, la tecnología ha evolucionado, y existen varios tipos de turbo, ¿los conoces? Vamos allá…
¿Qué es un turbo?
Un turbo o turbocompresor, es un sistema de sobrealimentación que se utiliza en motores de combustión interna para aumentar la potencia y el rendimiento. Funciona aprovechando la energía de los gases de escape para impulsar una turbina, que a su vez sirve para comprimir el aire de admisión y lo envía a los cilindros del motor. Esta es la diferencia respecto a los motores atmosféricos, es decir, a los que trabajan sin turbo, a presión atmosférica.
El sistema de turbo está compuesto por una turbina, que tiene una serie de palas o álabes que giran gracias a la fuerza de los gases de escape. De esta forma, cuando la válvula de escape del cilindro se abre, los gases que salen con una alta energía, moverán esta turbina. A su vez, estará unida por el eje a un compresor, que usara este mismo giro para comprimir el aire con otro sistema de palas similar y enviando éste aire comprimido a la admisión del motor. Antes de entrar en el motor, pasará por un sistema que se denomina intercooler, que es un radiador que enfría el aire para que el calor no haga que se dilate y minimice la compresión.
De esta forma, los gases de escape se aprovechan para generar un giro, y su vez mover el compresor para hacer que el aire exterior se comprima y así deje más espacio en la cámara de