Los sistemas de alerta temprana son cruciales para mitigar el impacto de desastres naturales. A pesar de los avances tecnológicos, su éxito no solo depende de la precisión de las alertas, sino de cómo se comunican y de que la población afectada tome acción. Factores como los sesgos cognitivos y la percepción del riesgo pueden reducir la efectividad de estas alertas, particularmente en comunidades vulnerables.
Más allá de la tecnología: el factor humano en las alertas tempranas
El progreso en la digitalización ha mejorado significativamente la capacidad de los sistemas de alerta temprana (EWS) para predecir y comunicar desastres. Herramientas como imágenes satelitales y monitoreo en tiempo real han permitido avances cruciales en la detección de fenómenos naturales como huracanes, tsunamis e inundaciones. Sin embargo, la tecnología no es suficiente para garantizar que las alertas se traduzcan en acción. Aunque el 2023 vio un aumento en la adopción de sistemas de alerta, aún un tercio de la población mundial, especialmente en países en desarrollo, no cuenta con una cobertura adecuada. Esto es preocupante, ya que los países sin acceso a alertas tempranas tienen hasta ocho veces más mortalidad en desastres que aquellos con sistemas eficientes.
La meta de Naciones Unidas de lograr la cobertura global de estos sistemas para 2027 es ambiciosa, pero no se logrará sin un enfoque más integral que considere no solo los avances tecnológicos, sino también los factores humanos. Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, un sistema efectivo debe incluir conocimiento de riesgos, monitoreo, preparación y la correcta comunicación. El verdadero desafío es lograr que las personas actúen cuando reciben una alerta.
La percepción del riesgo: barreras psicológicas a la acción
Un gran obstáculo para que las personas tomen acción ante una alerta es la percepción sesgada del riesgo. Uno de los sesgos más comunes es el optimismo irreal, que lleva a las personas a creer que los eventos negativos no les afectarán. Este fenómeno explica por qué, a pesar de recibir alertas claras de un huracán inminente, muchas personas no evacúan o no toman medidas preventivas. Un ejemplo reciente es el caso del huracán Beryl en 2024, cuando un pescador en Puerto Rico ignoró las advertencias y trató de rescatar su bote en medio de la tormenta. A pesar de que muchos pescadores habían asegurado sus embarcaciones la noche anterior, su optimismo lo llevó a arriesgarse innecesariamente, y su bote fue destruido por las olas.
La «zona de incertidumbre», una visualización común en las alertas de huracanes, a menudo contribuye a que las personas malinterpreten el peligro real. Aunque el cono muestra una trayectoria probable del huracán, las personas tienden a subestimar las probabilidades de que el fenómeno toque tierra en su área. Esto provoca una desconexión entre el riesgo percibido y las acciones necesarias para protegerse.
Hacia sistemas de alerta centrados en las personas
Para superar estas barreras, los diseñadores de EWS deben adoptar un enfoque centrado en el ser humano, que no solo comunique el riesgo con precisión, sino que también lo haga de manera comprensible y relevante para las personas. Es esencial que las alertas sean claras y contextualizadas según las características locales y los niveles de vulnerabilidad de la comunidad afectada. Por ejemplo, en áreas rurales o con poblaciones marginadas, es crucial incluir campañas de sensibilización y preparación para asegurar que las personas comprendan los riesgos y las medidas a tomar.
La comunicación efectiva también requiere confianza. Las comunidades necesitan confiar en las fuentes de las alertas para que estas sean creíbles. Iniciativas como «Early Warnings for All» de la ONU buscan precisamente integrar estos aspectos, promoviendo la participación de las comunidades locales en el diseño y despliegue de los sistemas de alerta. La participación activa no solo fortalece la confianza, sino que también garantiza que los sistemas sean culturalmente apropiados y accesibles para todos.
Evaluando la efectividad de los sistemas de alerta temprana
La implementación de un sistema de alerta temprana no es el final del proceso. Es necesario evaluar constantemente su efectividad a través de encuestas y datos sobre cómo las personas reciben y responden a las alertas. Medir el número de vidas salvadas, los daños evitados y el costo-beneficio de las inversiones en estos sistemas es crucial para mejorar continuamente su diseño.
Aunque los sistemas de alerta temprana han avanzado considerablemente, su éxito final depende de la capacidad de comunicar el riesgo de manera efectiva y motivar a las personas a actuar. Combinar la tecnología con un enfoque centrado en las personas es la clave para crear regiones más preparadas y resilientes frente a desastres naturales, salvando vidas y minimizando pérdidas materiales.
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