Con el cambio de hora en Europa acercándose, el debate sobre sus ventajas e inconvenientes se intensifica. Mientras algunos argumentan que ayuda a aprovechar mejor la luz solar y ahorrar energía, otros señalan los efectos negativos sobre la salud, especialmente en los más vulnerables. Aunque el cambio horario se aplica en más de 60 países, en América Latina y África su uso es cada vez más raro, y Europa aún no ha alcanzado un consenso sobre si mantener o eliminar esta medida. ¿Realmente merece la pena seguir ajustando los relojes dos veces al año?
El ahorro energético en duda
El cambio de hora ha sido históricamente promovido como una medida para ahorrar energía, aprovechando al máximo las horas de luz solar. Sin embargo, el impacto real de este ahorro es cada vez más cuestionado. Según un estudio del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) en España, el cambio de hora genera un ahorro anual muy reducido, apenas unos 6 euros por persona al año. Este ahorro varía dependiendo de la región: en zonas cálidas, donde se puede prolongar el uso de la luz natural, el ahorro es algo mayor, mientras que en climas fríos puede ser nulo o incluso encarecer la factura de calefacción al no poder aprovechar tanto las horas de sol.
El argumento de ahorro energético pierde aún más peso con los avances tecnológicos en la eficiencia de los sistemas de iluminación y calefacción. Las bombillas LED y los electrodomésticos más eficientes han reducido la importancia de ajustar los relojes para ahorrar energía. Además, en contextos como el teletrabajo, donde las personas pueden flexibilizar sus horarios, el aprovechamiento de la luz natural ya no tiene el mismo peso. Por ello, muchos expertos, incluido el meteorólogo José Miguel Viñas, argumentan que la medida ha quedado obsoleta, especialmente en países como España, donde las horas de sol son abundantes durante todo el año.
Impacto sobre la salud y el bienestar
Aunque el ahorro energético ha sido la razón principal para implementar el cambio de hora, sus efectos sobre la salud no pueden pasarse por alto. El cambio de horario, especialmente el de verano a invierno, altera el ritmo circadiano, lo que puede generar problemas temporales de sueño y fatiga. José Miguel Viñas compara este desajuste con un «jet lag» leve, que afecta más a los niños y a las personas mayores. Sin embargo, asegura que el cuerpo humano se adapta en pocos días a la nueva distribución de las horas de luz.
El cambio al horario de verano (marzo), sin embargo, es más disruptivo para el sueño que el cambio al horario de invierno (octubre), ya que la hora adelantada en primavera altera más los hábitos de descanso, algo especialmente complicado para quienes tienen que madrugar. Algunos estudios sugieren que esta alteración puede influir negativamente en el rendimiento laboral y escolar, así como en la salud mental de las personas más vulnerables. Sin embargo, al ser una medida aplicada solo dos veces al año, los efectos suelen ser transitorios y leves en la mayoría de la población.
El debate en Europa sigue vivo, con estudios que apoyan tanto mantener como eliminar el cambio de hora. Mientras algunos países defienden la permanencia del horario de verano para aprovechar al máximo la luz solar, otros, como España, se inclinan por mantener el horario de invierno durante todo el año, asegurando que es el más saludable para la población.
El ahorro energético en duda
El cambio de hora ha sido históricamente promovido como una medida para ahorrar energía, aprovechando al máximo las horas de luz solar. Sin embargo, el impacto real de este ahorro es cada vez más cuestionado. Según un estudio del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) en España, el cambio de hora genera un ahorro anual muy reducido, apenas unos 6 euros por persona al año. Este ahorro varía dependiendo de la región: en zonas cálidas, donde se puede prolongar el uso de la luz natural, el ahorro es algo mayor, mientras que en climas fríos puede ser nulo o incluso encarecer la factura de calefacción al no poder aprovechar tanto las horas de sol.
El argumento de ahorro energético pierde aún más peso con los avances tecnológicos en la eficiencia de los sistemas de iluminación y calefacción. Las bombillas LED y los electrodomésticos más eficientes han reducido la importancia de ajustar los relojes para ahorrar energía. Además, en contextos como el teletrabajo, donde las personas pueden flexibilizar sus horarios, el aprovechamiento de la luz natural ya no tiene el mismo peso. Por ello, muchos expertos, incluido el meteorólogo José Miguel Viñas, argumentan que la medida ha quedado obsoleta, especialmente en países como España, donde las horas de sol son abundantes durante todo el año.
Impacto sobre la salud y el bienestar
Aunque el ahorro energético ha sido la razón principal para implementar el cambio de hora, sus efectos sobre la salud no pueden pasarse por alto. El cambio de horario, especialmente el de verano a invierno, altera el ritmo circadiano, lo que puede generar problemas temporales de sueño y fatiga. José Miguel Viñas compara este desajuste con un «jet lag» leve, que afecta más a los niños y a las personas mayores. Sin embargo, asegura que el cuerpo humano se adapta en pocos días a la nueva distribución de las horas de luz.
El cambio al horario de verano (marzo), sin embargo, es más disruptivo para el sueño que el cambio al horario de invierno (octubre), ya que la hora adelantada en primavera altera más los hábitos de descanso, algo especialmente complicado para quienes tienen que madrugar. Algunos estudios sugieren que esta alteración puede influir negativamente en el rendimiento laboral y escolar, así como en la salud mental de las personas más vulnerables. Sin embargo, al ser una medida aplicada solo dos veces al año, los efectos suelen ser transitorios y leves en la mayoría de la población.
El debate en Europa sigue vivo, con estudios que apoyan tanto mantener como eliminar el cambio de hora. Mientras algunos países defienden la permanencia del horario de verano para aprovechar al máximo la luz solar, otros, como España, se inclinan por mantener el horario de invierno durante todo el año, asegurando que es el más saludable para la población.
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