A pesar de que la Unión Europea votó finalmente a favor de imponer aranceles especiales a los vehículos eléctricos procedentes de China, las negociaciones con el gobierno de este país asiático continuan desarrollándose. En este sentido, un reciente reporte señala que la Unión Europea ha rechazado recientemente la última propuesta que los chinos habían puesto encima de la mesa, por la que se comprometían a no comercializar vehículos eléctricos en el mercado europeo con un precio inferior a los 30 mil euros.
Las negociaciones han sido realmente arduas durante estas últimas semanas, especialmente según se acercaba la fecha de la votación que tuvo lugar a mediados del pasado mes de septiembre. Fue entonces cuando algunos fabricante chinos de vehículos eléctricos ofrecieron a la Comisión Europea su compromiso de aceptar ciertos precios mínimos de venta en la UE para evitar las tarifas especiales. Sin embargo, esta oferta fue rechazada por la Comisión.
Este rechazo llevó a que los estados miembros de la UE votaran el 4 de octubre sobre la propuesta de la Comisión de imponer aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en China. La mayoría de los estados miembros votó a favor, lo que implica que estas tarifas deberían entrar en vigor en noviembre.
Esto aún no ha acabado
A pesar de esta decisión, las discusiones entre la Comisión Europea y el gobierno chino se mantienen, con el objetivo de buscar una solución alternativa. Alemania ha jugado un papel fundamental en este proceso, mostrándose en todo momento en contra de aplicar estos aranceles especiales.
Esta posición se justifica por la gran interdependencia de su economía con China, particularmente en la industria del automóvil. China es un mercado clave para los principales fabricantes de automóviles alemanes como Volkswagen, BMW o Mercedes-Benz. Estas compañías no solo exportan además vehículos a China, sino que también producen allí. Por otro lado, muchas de las baterías y componentes para vehículos eléctricos provienen de China, lo que significa que una escalada en la guerra comercial podría afectar a las cadenas de suministro globales de estas compañías.
La Comisión Europea ha insistido en que cualquier solución alternativa debe ser compatible con las normas de la Organización Mundial del Comercio, abordar adecuadamente la subvención perjudicial identificada por su investigación, y ser monitoreable y aplicable.