En Piyulaga, una aldea indígena en el Amazonas brasileño, paneles solares recién instalados están cambiando vidas. Estas soluciones energéticas impulsadas por organizaciones sociales están permitiendo a comunidades aisladas en Brasil, Colombia y Ecuador acceder a electricidad sin depender de costosos y contaminantes generadores diésel. La energía solar no solo ilumina hogares y permite cargar dispositivos; también fortalece la protección del territorio y la conexión con el mundo exterior.
Energía solar: una herramienta de cambio en la Amazonía
La llegada de la energía solar a comunidades como Piyulaga, en el territorio indígena de Xingu en Brasil, representa un cambio profundo para sus habitantes. Hasta hace unas semanas, estas aldeas solo contaban con acceso esporádico a la electricidad mediante generadores de diésel, que además de ser costosos y contaminantes, emitían un ruido constante que alteraba el ambiente. Ahora, gracias a los paneles solares, las aldeas han reducido su dependencia de combustibles fósiles, lo que mejora la calidad de vida y permite actividades que antes eran imposibles, como refrigerar alimentos y conectar dispositivos electrónicos.
El proyecto de instalación de paneles solares ha sido impulsado en gran medida por organizaciones civiles y comunidades locales, con el apoyo de fondos del gobierno brasileño. Según Marcelo Martins, agrónomo del Instituto Socioambiental (ISA), la implementación de energía solar en Xingu no solo ha beneficiado hogares, sino también instalaciones comunitarias como escuelas y centros de salud, brindando acceso a servicios esenciales. Esta tecnología permite una autonomía sin precedentes, ofreciendo a las comunidades la capacidad de conservar alimentos y optimizar recursos, y marca una transición hacia un modelo energético más limpio en la región.
Energía limpia y protección territorial
El uso de energía solar no solo es útil para iluminar los hogares y reducir el uso de diésel en la Amazonía, sino que también apoya la vigilancia de los territorios indígenas. En el noreste de Perú, la Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) ha utilizado la electricidad generada por paneles solares para cargar drones y equipos de monitoreo que ayudan a las comunidades a vigilar sus tierras. Estos sistemas permiten alertar a los habitantes sobre invasiones o conflictos en tiempo real, registrando cada incidente para proteger sus territorios y fortalecer su defensa ante actividades ilegales.
El impacto de la energía solar se extiende a la Amazonía ecuatoriana, donde la Alianza Ceibo, integrada por pueblos indígenas como los Secoya, Siona y Waorani, ha instalado paneles solares en 16 comunidades. Esta autonomía energética facilita el trabajo de los guardias territoriales, quienes usan energía limpia para cargar equipos de vigilancia y proteger su territorio sin dañar el medio ambiente. La adopción de estas tecnologías en la Amazonía está impulsando una nueva fase de autodeterminación para las comunidades indígenas, quienes ahora cuentan con herramientas sostenibles para conservar su patrimonio cultural y natural.
Retos y barreras para expandir la energía solar en la Amazonía
A pesar del impacto positivo que la energía solar ha tenido en comunidades amazónicas, su expansión enfrenta desafíos logísticos y financieros. En Brasil, por ejemplo, el programa “Luz para Todos”, que busca llevar electricidad a las regiones más aisladas, ha avanzado lentamente. En 2022, de los 70,000 hogares prometidos, solo 13,000 estaban conectados, y aunque la actual administración ha acelerado el ritmo, la meta de cubrir 228,000 hogares en 2026 sigue siendo ambiciosa. La falta de infraestructura y los elevados costos de instalación en zonas remotas complican la implementación de sistemas solares, obligando a muchas comunidades a depender de donaciones y financiamiento limitado de ONG y organismos internacionales.
El caso de la Amazonía colombiana ilustra otras barreras: regiones como el Vichada, cerca de la frontera con Venezuela, aún dependen de plantas térmicas y sufren apagones constantes. La construcción del Centro de Investigación en Energías Renovables (Ciner), un proyecto que pretendía generar energía solar en esta región, está en pausa tras años de abandono y denuncias de corrupción. Esta situación refleja cómo la falta de planificación y de financiamiento adecuado obstaculiza proyectos que podrían reducir la dependencia de combustibles fósiles y mejorar las condiciones de vida en áreas apartadas.
Una nueva era de autonomía energética y cultural
Para líderes indígenas y defensores ambientales, la energía solar no solo ilumina hogares, sino que refuerza la soberanía de los pueblos indígenas sobre sus territorios. La conexión a la energía solar permite a las comunidades conservar su cultura y adaptarse a los cambios globales sin perder sus tradiciones. En Piyulaga, el uso de teléfonos móviles y el acceso a la información digital han permitido que los habitantes se conecten con el mundo exterior y se mantengan informados de los desafíos que enfrentan sus tierras, como la deforestación y las amenazas a su cultura.
Proyectos como los liderados por Aidesep en Perú y la Alianza Ceibo en Ecuador subrayan que el acceso a la energía solar va más allá del desarrollo económico. Estos esfuerzos muestran que la tecnología puede integrarse con los conocimientos tradicionales, permitiendo a las comunidades proteger sus ecosistemas y adaptarse a un mundo en constante cambio. Con la energía solar, las aldeas amazónicas no solo ganan independencia energética, sino también una herramienta para resistir y prosperar en sus territorios, preservando su modo de vida frente a un desarrollo que históricamente los ha excluido.
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