António Guterres, secretario general de la ONU, advirtió que el Acuerdo de París podría “sobrevivir”, pero “mutilado” si EE.UU. vuelve a retirarse, una posibilidad que Donald Trump ha planteado de nuevo. La advertencia fue hecha durante la cumbre COP16 de biodiversidad en Colombia, en la que Guterres pidió a EE.UU. que mantenga su compromiso con el acuerdo climático de 2015. Esta retirada pondría en riesgo el objetivo global de limitar el calentamiento a 1.5°C y podría desencadenar una desbandada de otros países. La posible salida llega mientras el cambio climático cobra cada vez mayor relevancia con fenómenos climáticos extremos.
Un acuerdo crucial en peligro
La advertencia de António Guterres se produce en un momento crítico para la cooperación climática global. Según el secretario general, la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, en caso de un segundo mandato de Donald Trump, significaría una pérdida catastrófica para los esfuerzos internacionales de mitigación climática. Comparó esta posible salida con la amputación de un órgano vital, subrayando que, aunque el acuerdo podría mantenerse en pie, lo haría “mutilado”, perdiendo su fuerza y alcance. Esta afirmación fue realizada en la cumbre de biodiversidad COP16, en Cali, Colombia, en un llamado desesperado para que EE.UU. siga liderando los esfuerzos para limitar el calentamiento global a 1.5°C sobre los niveles preindustriales, un objetivo fundamental en la lucha contra el cambio climático.
La salida original de Estados Unidos del Acuerdo de París en 2020, bajo el liderazgo de Trump, ya supuso un serio revés para el tratado. Cuando el país abandonó formalmente el acuerdo, marcó un precedente peligroso: si la mayor economía y uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero se desvinculaba, otros países podrían cuestionar su compromiso. Joe Biden, apenas al asumir la presidencia en 2021, rectificó la situación reincorporando a EE.UU., lo que brindó un respiro a la comunidad internacional. Sin embargo, la perspectiva de un segundo mandato de Trump ha reavivado los temores de una salida definitiva, que podría requerir, además, la aprobación del Senado para una posible futura reincorporación. La situación plantea serios interrogantes sobre el futuro del Acuerdo de París, especialmente si el país deja de cumplir con los compromisos climáticos necesarios para evitar un calentamiento desbocado y fenómenos extremos.
Impacto global de una posible retirada
Los efectos de una segunda salida estadounidense no se limitarían a la política nacional; según Guterres, esto podría desencadenar una cascada de abandonos en otros países, aumentando el riesgo de una crisis climática sin retorno. Michael Mann, científico climático, advirtió que, sin la cooperación de EE.UU., alcanzar el objetivo de 1.5°C se volvería prácticamente imposible, abriendo la puerta a aumentos de temperatura descontrolados y eventos climáticos extremos. La situación, en palabras de Mann, es “game over” para cualquier acción climática significativa durante esta década. Además, un EE.UU. ausente podría fortalecer a países con alta dependencia de los combustibles fósiles, ya que, según expertos, su presencia es esencial para mantener la presión global hacia una transición energética.
Algunas de las políticas propuestas por Trump, en caso de ganar la presidencia, contemplan la eliminación de apoyos a energías limpias y a vehículos eléctricos, así como una mayor inversión en combustibles fósiles, una dirección que va en contra de la tendencia global hacia energías sostenibles. Esto aumentaría la dependencia de los combustibles fósiles y enviaría un mensaje claro: una falta de compromiso de EE.UU. podría retrasar los esfuerzos internacionales, haciendo que muchos otros países reduzcan sus compromisos de reducción de emisiones, un efecto en cadena con potenciales consecuencias devastadoras.
Retroceso en la inversión y la tecnología sostenible
La posible salida de EE.UU. del marco de negociaciones climáticas también plantea un riesgo para el desarrollo de tecnologías limpias y la inversión en energías renovables. Bajo la administración de Biden, EE.UU. había intensificado sus inversiones en energía solar, eólica y tecnología de almacenamiento, posicionándose como un líder en innovación climática. Estos avances han promovido una mayor competitividad en el sector de energías limpias a nivel global, alentando a otros países a seguir el mismo camino. Sin embargo, Trump ha prometido revertir estas políticas, eliminando los incentivos para las energías renovables y favoreciendo a las industrias de petróleo y gas.
Según un informe reciente del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), la inversión global en energías limpias depende en gran medida de los compromisos gubernamentales. Si Estados Unidos recorta su apoyo a la transición energética, se espera que disminuya el financiamiento de estas industrias tanto a nivel doméstico como internacional, ya que otros inversores privados y públicos podrían reducir sus apuestas en tecnologías sostenibles. Un desmantelamiento de las políticas pro-clima en EE.UU. haría más difícil y costoso para otros países alcanzar sus objetivos climáticos, particularmente aquellos con economías emergentes que requieren ayuda externa para implementar infraestructuras de energía limpia.
El incierto futuro del liderazgo climático
Más allá de las posibles consecuencias inmediatas, el rol de Estados Unidos en la cooperación climática global está en juego. La ausencia del país en la mesa de negociaciones podría erosionar la credibilidad del Acuerdo de París y reducir su eficacia. El Acuerdo de París depende de la confianza entre naciones y del liderazgo de las principales economías; sin la colaboración de EE.UU., países clave podrían diluir sus compromisos.
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