Puede parecer un hábito un tanto absurdo, pero es más común de lo que nos pensamos. Recuerdo aquellos días en los que estaba aprendiendo a conducir, o mejor dicho, preparándome para obtener el permiso de conducir y aprendiendo las normas básicas para que me considerasen un conductor apto para conducir en sociedad. En aquellos días, el profesor de la autoescuela me recordaba que tras cambiar de marcha, mi mano derecha siempre debía regresar al volante. Que no debemos sujetar la palanca de cambios, que no se va a mover, ni dejar la mano muerta sobre el pomo. Por dos razones: por seguridad y para preservar la integridad de la mecánica de nuestro coche.

La mano sobre la palanca de cambios no solo es un mal hábito que daña tu coche, sino también un vicio poco recomendable por cuestiones de seguridad
La mano en la palanca de cambios, un mal hábito
Cuando el profesor de mi autoescuela intentaba corregirme, también estaba intentando prevenir un mal hábito. Por cuestiones de seguridad siempre, y repito siempre, deberíamos llevar las dos manos al volante. Eso significa que solo debemos mover la mano derecha de su sitio para cambiar de marcha, en el caso de que utilicemos un coche con cambio manual, o un secuencial que requiera tal cosa. En ocasiones es necesario mover una mano del volante, por ejemplo para ajustar el climatizador, o el equipo de entretenimiento si no contamos con un volante multifunción y/o mandos satélites. No debemos dejar apoyado el brazo derecho en una pierna, ni tampoco viajar con la mano izquierda por la ventanilla, emulando aquel antiguo anuncio de BMW, el de «¿Te gusta conducir?».
Tenemos que estar siempre preparados para cualquier incidencia, para realizar cualquier maniobra con seguridad y precisión, y para ello son necesarias dos manos en el volante.
Cualquier golpe en

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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.

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