El Mazda CX-30 es un SUV compacto de cinco puertas técnicamente desarrollado sobre la base del Mazda3. Su gama mecánica es sencilla (dispone de dos opciones de gasolina y una diésel), la sensación de calidad es buena en líneas generales y su precio es alto si lo comparamos con otras alternativas de similar categoría. Nosotros hemos probado la versión más potente de gasolina, que se distingue por incluir una tecnología de encendido por compresión controlado por chispa (SPCCI). Esta opción está disponible desde 29.975 euros (en el siguiente enlace puedes conseguir el mejor precio).
Dimensiones, acabados y colores de carrocería
Este SUV supone para Mazda una incursión en un nuevo segmento del mercado. Con sus 4.395 mm de largo, 1.795 mm de ancho, 1.540 mm de alto y una distancia entre ejes de 2.655 mm, se sitúa entre el Mazda CX-3 (ya no se comercializa) y el Mazda CX-5. A diferencia de estos dos modelos, el CX-30 cuenta con un aspecto más deportivo (ver nuestra galería de imágenes).
Los estándares de calidad del acabado de la carrocería son idénticos a lo que ofrece un Mazda3. El ajuste entre piezas está cuidado y no hemos percibido crujidos reseñables. Tan sólo nos hubiera gustado que el sellado de goma de las puertas estuviera algo más cuidado, aunque tampoco es algo que salte a la vista. Lo que sí me hubiera gustado, al menos en mi opinión, es que las bisagras de las puertas permitieran que estas ofrecieran un mejor tacto de apertura (mayor suavidad y fluidez) y que los tiradores estuvieran mejor ajustados y no plantearan crujidos. Por el contrario, el cierre de las puertas está bien amortiguado y transmite calidad.
Se encuentran disponibles nueve colores de carrocería: Soul Red Crystal, Machine Grey y Polymetal Grey —este último de nuevo desarrollo—, junto con Snowflake White Pearl