El Toyota C-HR revolucionó el mercado cuando aterrizó en los concesionarios, allá por el otoño de 2016. Su diseño agresivo, atrevido y tecnológico, pero sin ser excesivamente chocante, gustó a muchos desde el primer momento. Si a eso le sumamos que pertenece al segmento de moda, el de los SUV y crossovers, y que encima es híbrido… Efectivamente, todo un pelotazo comercial.
Pero Toyota sabe que el tiempo va pasando y que hay que poner un poquito de maquillaje aquí y allá para rejuvenecerse. Así, en noviembre de 2020 tuvimos una primera toma de contacto con el restyling de este Toyota por tierras portuguesas en su presentación internacional. Ahora hemos decidido examinarlo a fondo con una prueba de una semana, subiéndonos a un Toyota C-HR 180H Kaji Edition. ¡Comenzamos!
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Maquillaje rejuvenecedor
Como decíamos, no ha sufrido un relevo generacional, sino un restyling. Es por ello que no hay grandes cambios a nivel estético,pero sí determinados matices que lo actualizan para seguir manteniendo el atractivo que le caracteriza. Así, en el frontal encontramos un nuevo diseño para el paragolpes y los faros de LED. Además, la colocación de los antinieblas de LED también ha sido modificada. En la parte inferior se añade un nuevo labio en color negro.
Por su parte, la parte lateral apenas sufre modificaciones más allá de nuevos diseños de llantas y ligerísimos detalles. Sin embargo, en la parte posterior se aprecia el nuevo estilo de los oscurecidos pilotos de LED, con una nueva firma lumínica, siendo comunicados por un leve spoiler en negro. A esto hay que añadir el nuevo paragolpes posterior, que presenta una mayor robustez y una especie de “difusor” en la zona inferior.
En este caso estamos probando la versión Kaji Edition, que incorpora esta carrocería bicolor con tono anaranjado de base y techo negro, así como unas llantas