Cuando echamos la vista atrás nos damos cuenta de que el actual sector del automóvil es un aburrimiento. Todas las marcas y fabricantes se centran en reducir consumos, en bajar al máximo sus emisiones, en mejorar su conectividad o en ofrecer el máximo número de asistentes. No es que lo vea mal, todo lo contrario, pero hubo una época más emocionante.
Los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo XX fueron muy entretenidos. Coches deportivos, motores cada vez más grandes, diseños que aun a día de hoy siguen gustando… Pero lo mejor es que los fabricantes tenían vía libre para crear prácticamente lo que quisieran. Fijaos que el Mercedes Clase S de la época, el W140, estuvo a punto de montar un motor W18 de 8.0 litros. ¡Sí, 18 cilindros!
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El Mercedes Clase S W140 tenía que demostrar ser el mejor entre sus rivales, pues la generación anterior no había triunfado tanto como la marca se esperaba. Una de las ideas fue la de crear un monstruoso motor para este modelo que incluso estuviera disponible con dos niveles de potencia.
Fijaos que estamos hablando de una mecánica con dos cilindros más que el mismísimo Bugatti Chiron, que es un W16.
No solo fue una pequeña idea, pues incluso llegó a tener código interno. Se denominaba M 216. Al ser un W18, contaba con tres bancadas de seis cilindros cada una formando ángulos de 75,5 grados entre cada una de ellas. Gracias a esta colocación, su longitud no sería demasiado grande, solo poco mayor que un seis cilindros en línea.
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Según los planes, esta mecánica hubiera llegado al Mercedes Clase S con unas prestaciones de unos 490 CV y 750 Nm de par, utilizándose en alguna versión más lujosa y grande como el 800 SEL. Por otro lado, los planes de Mercedes eran