Guste o no reconocerlo, el Kia Stinger es una de las berlinas más completas del mercado. Cuando llegó al mundo nadie esperaba que la firma surcoreana fuera capaz de «parir» un modelo así, pero lo hicieron. El problema ha estado en que el público no ha sabido tratarlo como se merece, pasando de él y hundiéndolo en las listas de ventas. Aunque también hay que ser justos, quizá la marca podría haber aquilatado un poco más el precio.
Sea como fuere, el recorrido comercial del Kia Stinger no ha sido el que se merecía. Por esta razón, ahora que ha alcanzado el ecuador de su ciclo comercial la marca lo ha sometido a un ligero restyling para hacerlo más atractivo. De él ya os hablamos hace un par de semanas, pero en ese momento aún faltaban datos por conocerse. Uno de los más importantes tenía que ver con la oferta mecánica que encontraremos bajo su capó.
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La gama mecánica del Kia Stinger está pensada para EEUU y Corea
Cuando Kia diseñó el Stinger lo hizo bajo la premisa de una comercialización global. No obstante, muchas de sus características técnicas estaban pensadas para satisfacer las demandas de clientes como el americano o asiático. Esto podíamos verlo en las motorizaciones que habitaban su vano motor. Ahora, tras pasar por el quirófano se reafirman en este planteamiento, pues las opciones disponibles no son del gusto del cliente tipo que hay en Europa.
De entrada, las opciones disponibles son de gasolina y turboalimentadas. En primer instancia tenemos al conocido 2.0 Theta con cuatro cilindros 255 CV y 353 Nm de par máximo. En la zona intermedia se sitúa el nuevo 2.5 Smartstream T-GDi con inyección directa, 304 CV de potencia y 422 Nm de par motor. Por último, el bloque más potente es el 3.3 Lambda T-GDi Bi-Turbo