Que en las sucesivas normativas Euro de emisiones de gases tóxicos y de efecto invernadero están poniendo, paulatinamente, contra las cuerdas a las mecánicas tradicionales es una realidad irrefutable. Con un panorama donde, en poco más de un mes, las emisiones de dióxido de carbono por cada kilómetro circulado se limiten a 95 gramos obliga a asumir la electrificación como salvoconducto para lograr unas medias teóricas y, en teoría, valga la redundancia, prácticas que se ajustan a estos parámetros.
Y, aunque a raíz de la extinción del ciclo de homologación NEDC en favor del WLPT supuso una reformulación de las pruebas a las que son sometidos los vehículos para establecer sus tasas comerciales en materia de consumo y emisiones, las dudas y las denuncias no cesan, sobre todo de cara a los SUV híbridos enchufables y a los vehículos animados por gas natural comprimido.
Sea como fuere, lo que parece también un desenlace más que consabido es que, llegará el momento en que no habrá coches nuevos ni diésel ni gasolina, reduciéndose a mecánicas, o bien híbridas, o bien, totalmente eléctricas. Será entonces cuando desaparezcan de los concesionarios las mecánicas tradicionales.
Ahora, como estamos padeciendo durante esta pandemia, los miembros de la Unión Europea, los que están y los que no estarán, no parecen mostrar una línea común en cuanto al tema de poner fin a la venta de coches nuevos de gasóleo o de gasolina y parecen batallar esta guerra contra el efecto invernadero cada nación por su cuenta.
De una parte, países como España ya han anunciado, de manera oficiosa, oficial o a modo de globo sonda el año en que se condenaría a muerte a los motores diésel o gasolina, mostrando un continuo ajuste de la propuesta hasta parecer que esto no sucedería hasta 2040.
Otros, en cambio, como Reino Unido, han anunciado que, al margen del Brexit o no, someterían a la extinción a estos vehículos desde 2030. Pero un paso más allá, o mejor dicho, más acá puesto que se aceleraría esta moratoria, sería el caso de Noruega que, en un alarde como adalid de la motricidad electrificada, condenaría a veto comercial todo coche que no asumiera una mecánica electrificada en 2025.
Si no hay voluntad de unidad, habrá que imponerla
Y este último país simplemente se puede convertir en primero en aceptar lo que, desde la Unión Europea ya se postula y que, según el medio alemán Bild, se aceleraría a partir de la próxima normativa Euro 7 que asfixiaría, literalmente, las emisiones de CO2 de los motores térmicos.
A colación con la información que maneja Bild, el procedimiento para acabar con la venta de todos los coches que no fueran híbridos o eléctricos sería tremendamente fácil: bastaría con limitar tanto las emisiones de CO2 permitidas que serían inalcanzables para los motores tradicionales, tanto tecnológica como económica, por sanciones ante los excesos de producción a las marcas, habida cuenta de empezar a poner un yugo sobre otros cuya naturaleza y homologación ya ha sido cuestionada como es, en España, el caso de algunos coches con etiqueta ECO o CERO.
Sea como fuere, la Comisión Europea planea poner en marcha el nuevo protocolo legal que sirva de referencia en cuanto a la expulsión de gases tóxicos en 2025 lo cual aceleraría, quisieran los estados miembros de manera individual o no, el cese de la venta de coches de gasolina o de gasóleo para un periodo inferior a 5 años.