Al comenzar la crisis sanitaria, y económica, en la que aún estamos inmersos, anticipábamos un riesgo que parecía evidente. Con una economía maltrecha, una gran incertidumbre y ciudadanos valorando, razonablemente, optar por el transporte privado para evitar los contagios, se estaba conformando el escenario perfecto para la proliferación del concepto de coche mileurista. La definición de coche mileurista es una licencia que nos tomamos para definir a esos coches entrados en años, que se mueven en el mercado de ocasión en precios muy ajustados y, de ahí el adjetivo, en el entorno de los mil euros. ¿Pero por qué es un problema que se produzca este auge en los coches mileuristas?
¿Son un problema los coches mileuristas?
Aunque los coches modernos traigan consigo ventajas tan importantes, en términos de seguridad, y eficiencia, un coche antiguo no ha de ser un problema per se. De hecho, desde estas líneas también hemos defendido la importancia del concepto de coche mileurista. El problema llega cuando la antigüedad de un automóvil sirve de excusa para buscar un ahorro, más allá de lo recomendable, en su mantenimiento, o mostrar cierta despreocupación por elementos que juegan un papel fundamental en la seguridad de un coche.
Comprar o conducir un coche antiguo no ha de ser una excusa para ahorrar en mantenimiento, ni en el cuidado de elementos clave para la seguridad, como neumáticos, frenos, suspensiones…
Y estaréis conmigo en que un mercado en el que aumenta el movimiento de coches cada vez más antiguos no hará otra cosa que propiciar precisamente ese efecto, que el parque de automóviles con el que compartimos las carreteras sea cada vez más inseguro.
Ni tan siquiera el mercado de ocasión está resistiendo a la crisis económica que estamos sufriendo. En octubre, las ventas de turismos de ocasión cayeron un 1,6% interanual, tras cinco meses al