El BMW X7 es un todocamino de lujo. Es un coche que está diseñado con un gran comportamiento en carretera y una tremenda comodidad para su pasaje. En nuestra comparativa contra un Mercedes GLS logró imponerse al de Stuttgart en prácticamente todo, salvo en la prueba 4×4 que tuvo lugar en nuestro exigente circuito. El protagonista de este artículo es la versión más absurda del BMW X7, la equipada con un 4.4 V8 turboalimentado de 530 CV. El preparador alemán Manhart se ha propuesto hacer de este todocamino un coche un poco menos absurdo. Dejadme que os lo explique.
¿Por qué digo que esta versión M50i del BMW X7 es absurda? Porque su V8 de 530 CV no aporta nada mas que una aceleración algo superior al de una versión diésel, cuyo consumo real es más de un 50% inferior. El BMW X7 M50i es uno de esos coches que en unos años se verá como una tremenda irresponsabilidad colectiva. Un pesado SUV de 2,5 toneladas cuyo principal propósito parece ser transformar zumo de dinosaurio en CO2 aun más rápidamente. A nivel de dinámica y a nivel de comportamiento off-road, el BMW X7 M50i es apenas superior a un M50d, sin ir más lejos.
Estéticamente, lleva un vinilado en color gris mate y «remaches» tridimensionales en sus pasos de rueda.
Manhart se ha propuesto modificar un BMW X7 M50i con el objetivo de hacerlo aún más potente – 530 CV no es una cifra escasa de potencia, pero algunos nunca tienen suficiente – y más capaz fuera del asfalto. Es un coche con un propósito. Su mejor rendimiento fuera del asfalto viene de la mano de una suspensión neumática modificada que aumenta en 40 mm su altura libre al suelo y de unos neumáticos off-road Bighorn MT-764 en medidas 305/50 R20.