Bienvenidos de nuevo a nuestra sección de pruebas. Durante los últimos siete días he estado conviviendo con el Skoda Karoq. Sí, muchos recordaréis que ya lo probamos hace un par de años. Fue mi compañero Diego López quien lo examinó a fondo en una versión muy interesante para la mayoría de clientes habituales, que no era ni más ni menos que el acabado Style y el motor 1.5 TSI Evo.
Pero en esta ocasión hemos querido ir un paso más allá, subiéndonos a una variante más llamativa y, probablemente, menos demandada. Hoy os voy a contar todos los detalles del Skoda Karoq con motor 2.0 TSI de 190 CV, tracción 4×4, cambio DSG y la atractiva terminación Sportline. ¡Nos ponemos en marcha!
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Con pocos detalles, la imagen cambia por completo
Con unos simples cambios, este acabado Sportline da al Skoda Karoq una estética muy motivadora, muy dinámica. Y sí, seguimos hablando del SUV compacto de la marca checa. Skoda ha introducido varios detalles en negro que, combinados con el tono rojo Velvet metalizado de la carrocería, le sientan como un guante.
Dichos detalles negros son el contorno de la parrilla principal, unos apéndices plásticos inferiores en el paragolpes, carcasas de los retrovisores, perfil de las ventanillas laterales, barras de techo y taloneras laterales. A esto hay que añadir las llantas de 19 pulgadas bicolor y el llamativo difusor posterior.
Por cierto, las dimensiones exteriores del Skoda Karoq son 4,38 metros de largo, 1,84 de ancho y 1,60 de altura. La distancia entre ejes es de 2,64 metros. Son medidas prácticamente calcadas a las de su primo de Seat, el Seat Ateca. Pese a ser un SUV de tracción total, su altura libre y los voladizos no le permiten grandes aptitudes fuera del asfalto.renderAd(,36166);
¿¡Seguro que no es un RS!?
La deportividad estética se mantiene en el interior.