Cuando, en agosto de 1970, lxs periodistas especializadxs descubrieron el nuevo Citroën GS en los paisajes de la Camarga, región francesa elegida para la presentación, se sorprendieron por la gran cantidad de novedades que incorporaba. Se trataba de un modelo que democratizaba la suspensión neumática, ofreciéndola por primera vez en un coche del segmento medio y que ofrecía, además, frenos de disco en las cuatro ruedas, una habitabilidad excepcional para cinco personas, un gran maletero y una carrocería aerodinámica y muy luminosa gracias a sus grandes superficies acristaladas.
Por sus excepcionales cualidades, el GS “Made in Spain” fue nombrado instantáneamente “Coche del Año 1971” un prestigioso reconocimiento de la prensa al que siguió un gran éxito comercial. Una de las características del coche era su maletero que, pese a ser muy espacioso, tenía el acceso a través de una portezuela en la parte inferior trasera, muy pequeña en relación con el espacio disponible en el propio maletero. No se trataba de un error de diseño sino de la elección de la marca de compatibilizar una carrocería de tipo dos volúmenes con el hecho de evitar que los equipajes pudieran mojarse si, en el momento de cargar el coche, estaba lloviendo
Tras el GS Berlina, lanzado en agosto de 1970, estaba prevista la llegada de un modelo más funcional: el GS Break. La tradición de breaks Citroën era una larga historia de experiencia y conocimiento de este tipo de carrocerías. Desde los tiempos del Traction, cada Citroën grande disponía de una variante station wagon (llamada Break), un modelo que ofrecía un mayor volumen interior pensado para satisfacer las exigencias de todo tipo de clientxs. Así había sido en el caso del DS y así sería en el GS (y poco después, también en el CX).
Las variantes Break de los modelos Citroën existían asimismo