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Exterior: “Tan discreto como lo puede ser un MINI convenientemente aderezado”
Interior: “¿Quién dijo MINI no fuese espacioso?”
Al volante: “No necesita llamarse GP para proporcionar grandes dosis de diversión”
Conclusiones y opinión personal: “Si te gusta, cómpralo”
En el momento de escribir estas líneas el reloj marca poco más de las ocho y media de la tarde de un Viernes Santo atípico marcado por la ausencia del olor a incienso en las calles, aunque mi mayor pesar es que mañana me despido del MINI John Cooper Works con el que me he divertido estos días, y de paso he probado para todos vosotros. Con ello creo que ya os podéis hacer una idea de las conclusiones de este MINI, que de entrada puede parecer una alternativa algo cara, ronda los 40.000 € con cuatro opcionales, y hasta incluso un sinsentido, pues cuesta más o menos lo mismo que un GR Yaris Circuit Pack. Sin embargo, ambos están dirigidos a un comprador diferente, pues mientras el japonés es como vestir con una buena sudadera, el MINI es llevar una camisa cara y pija.
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Exterior: “Tan discreto como lo puede ser un MINI convenientemente aderezado”
Como buen MINI, el John Cooper Works no defrauda a nivel estético, y es precisamente su característica imagen uno de los argumentos que hará decidirse a su futuro propietario por él. En líneas generales nos encontramos con el diseño ya conocido de la versión tres puertas, de sólo 3,87 metros de longitud que lo convierten no sólo en el rey de la ciudad, sino también de las serpenteantes carreteras de montaña donde se siente como en casa, además de contar con una rueda en cada esquina que ayuda a eso del “go feeling kart” que proclama la marca.
Sin embargo, no incorpora excesivos detalles o elementos que hagan