La definición de precio no está, en verdad, ligada al coste de un bien o servicio. La definición es simplemente «la cantidad de dinero que un individuo está dispuesto a pagar por un bien y servicio». Toda persona daría todos sus ahorros por un vaso de agua si estuviera a punto de morir de sed. No es la mejor analogía, pero en un caso completamente opuesto, existen coches como el Rolls-Royce Boat Tail. Es la vuelta de Rolls-Royce al carrozado de vehículos únicos y es el coche nuevo más caro jamás fabricado. Su precio es simplemente mareante.
Solo se producirán tres unidades del Rolls-Royce Boat Tail, a un precio de… 20 millones de libras. Al cambio, algo más de 23 millones de euros, o aproximadamente 3.500 millones de las antiguas pesetas. Cifras tan mareantes que resultan prácticamente absurdas. Y con todo, las tres unidades fueron vendidas antes siquiera de ser revelado el diseño final del coche. El precio, en este caso, no solo compra lujo elevado a la enésima potencia, compra la absoluta certeza de que solo otras dos personas del mundo tendrán un coche similar, y nunca con la misma configuración.
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Hasta la fecha, el Rolls-Royce Sweptail, un one-off, era el coche más caro de la marca. Se vendió en 2017 por 12,8 millones de libras.
Por tanto, compra exclusividad en estado puro, y hoy en día, ese precio son 23,3 millones de euros. Dejando a un lado lo obscena que me parece la cifra, he de reconocer que el coche creado por Rolls-Royce puede gustar más o menos, pero es una obra de arte, y representa los valores que acompañaron a la marca desde su nacimiento. De hecho, su inspiración son los Rolls-Royce Boat Tail originales, carrozados exclusivos del Rolls-Royce Phantom II del periodo