Unas semanas después de la presentación del nuevo BMW Serie 2 Coupé y, como viene siendo habitual en la firma bávara, no exenta de polémica, es cuestión de preguntarnos si este BMW es el que todos los petrolheads esperábamos o si, por el contrario, ha renunciado a las características esenciales que debe reunir un coche con sus pretensiones.
Comencemos por el diseño del Serie 2, el primer aspecto con el que nos encontramos y quizá el más controvertido. En líneas generales seguimos contando con el concepto coupé de dos puertas, morro largo y espacio para cuatro ocupantes con todo su equipaje. Además, y a diferencia de lo vivido con el Serie 4 y los M3 y M4, retoma un diseño horizontal para los riñones con un tamaño relativamente contenido, sin olvidarnos del clásico codo Hofmeister para rematar la segunda ventana del lateral.
Las ópticas delanteras «simples» del nuevo Serie 2 Coupé son una reminiscencia del 2002 o del Serie 3 E21.
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Sin embargo, tanto las ópticas traseras, pero sobre todo las delanteras, abandonan la que ya es una seña de identidad de la marca desde prácticamente finales de los años sesenta, y es que al frente no nos encontramos con los típicos faros dobles, sino con unas ópticas «simples» que, a diferencia de las del Z4, sí que hacen un guiño al pasado, en concreto al BMW 2002 o al primer Serie 3 (E21).
Asimismo, y respecto a la anterior generación, gana unos pasos de rueda más musculosos en todas las versiones que contribuyen a enfatizar el carácter de este coupé no tan pequeño como debiera, pues con una longitud de 4,54 metros y una batalla de 2.741 mm prácticamente calca las cotas del Serie 3 Coupé de hace dos generaciones (E92) que alcanzaba los 4,58 metros y 2.760