Corre revuelo, aspavientos, nerviosismo entre los propietarios de coches clásicos y no tan clásicos. Quizá se pensó, que tras tumbar el tribunal Madrid Central, la nueva medida para circular por el centro de la ciudad sería más benigna y permisiva. No hacía falta ser Nostradamus para advertir que la nueva norma sería parecida a la que suple. Pero, ¿Cual es el motivo por el cual el coche clásico pueda desaparecer?
Sobre todo puede desaparecer por inacción de sus interesados. A día de hoy creo que todavía hay tiempo para ponerse manos a la obra. Veamos, no me voy a meter en fregados científicos. Algo hay que hacer para cuidar nuestro planeta, estoy totalmente a favor de cuidar el planeta, pero no parece que estén las personas apropiadas para hacerlo. Se pone el foco en lo fácil, entre otros, los coches más antiguos, viejos, clásicos. Es algo parecido a los momentos que hoy nos acontecen, en cuanto suben los contagios por el covid, se centran en el ocio nocturno como si fuera el mayor de los problemas. Leches, playas abarrotadas, parques abarrotados, festividades abarrotadas, pero lo fácil es poner el dedo sobre algo determinado, sencillo, que no arme revuelo para parecer que se hace algo, para parecer que todos estamos seguros. Si nos quitaran a todos el vereno en la playa, quizá ardería Troya.
Recuerdo que me sorprendió mucho como en Madrid, hubo episodios de alta contaminación cuando el tráfico rodado llevaba casi un año parado. Os puedo asegurar que, de marzo hasta noviembre, apenas pasaban coches. Supongo que jugar y solucionar el problema del clásico, haciendo ver que con slogans que «no somos el problema», me temo, que es una batalla perdida desde el primer minuto. Claro que no somos el problema, pero es muy difícil demostrar que realmente no somos el