«Hay muchas plantas de fabricación de chips que se están construyendo y creo que tendremos una buena capacidad para el próximo año». En estos términos se ha referido el fundador de Tesla, Elon Musk, a la crisis de microchips que azota a la industria automotriz -y de electrónica de consumo- a nivel global.
Musk cree que esta crisis es un problema «a corto plazo» que terminará en 2022, aunque las previsiones y realidad no son tan optimistas.
Una enorme inversión, mucha agua y un complejo proceso de producción
Foto: Bosch.
Aunque Musk se ha mostrado optimista en un reciente evento tecnológico en Italia, desde Intel han avisado de que la industria podría tardar un «par de años» en ponerse al día con la creciente demanda.
Lo cierto es que el fabricante de coches eléctricos ha sabido mantenerse en cierto modo a flote ante la escasez de estos elementos indispensables para fabricar coches reescribiendo el software de sus vehículos para admitir microchips de nuevos proveedores.
Gigantes como Intel han anunciado planes para construir al menos dos nuevas fábricas de microchips en Europa, pero hasta que se materialicen y empiecen a producir los preciados semiconductores pueden pasar muchos años, ingentes cantidades de agua que son necesarias y una inversión de miles de millones de dólares.