El Ford Focus es el compacto generalista de Ford. Fue lanzado al mercado hace ya cuatro años, y Ford acaba de presentarnos su lavado de cara. Este lavado de cara coincide con la mitad de su ciclo de vida comercial, y tiene como objetivo mantenerlo fresco y competitivo en un segmento que ha virado hacia el SUV y el crossover de forma alarmante. El Focus es un coche «de los de toda la vida», y aunque ahora es mucho más tecnológico y tiene un diseño afilado, aun conserva motores diésel, cambios manuales y versiones familiares. Veamos cómo ha cambiado.
Un diseño más afilado
Al igual que el lavado de cara del Ford Fiesta, el Ford Focus estrena cambios estéticos importantes. El más relevante es una nueva calandra, de mayores dimensiones y aspecto más agresivo. Esta calandra está rodeada de unas nuevas ópticas LED. Su tamaño es mayor que el de las ópticas precedentes y tienen una atractiva firma lumínica LED. El paragolpes también ha sido revisado. En la zaga los cambios son más escuetos, limitándose prácticamente a los pilotos traseros, de aspecto más moderno: su firma luminosa es diferente, y están ligeramente ahumados.
Los faros delanteros pueden ser de tipo adaptativo, empleando tecnología LED matricial.
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Como ocurre en otros modelos de la marca, las diferentes versiones del Focus tienen aspectos muy diferenciados. El diseño de la calandra es diferente en un ST-Line o un Vignale, siendo especialmente llamativa la versión Active, de aspecto crossover. Esta versión supone una importante parte de las ventas del Ford Focus y sigue contando con protecciones de plástico oscuro en su carrocería, una imitación de cubrecárter y una suspensión ligeramente elevada – sin ser tan capaz como un SUV fuera del asfalto, se puede defender en pistas en buen estado.
Conectividad