Skoda nos acaba de echar un buen jarro de agua fría encima. Se rumoreaba que la cuarta generación del Skoda Fabia prescindiría de su versión familiar, pero cuando Thomas Schäfer se alzó como director de la marca, insistió personalmente en llevar a las calles este práctico utilitario familiar. Esta versión llegaría a finales de 2022, ya que la producción del Skoda Superb pasaría a las instalaciones de Bratislava, liberando la necesaria capacidad en Kvasiny. Todo parecía estar en orden, pero desafortunadamente, los planes de Skoda han vuelto a cambiar.
En un reciente comunicado a sus empleados, y según recoge el medio checo Auto.cz, la directiva de Skoda comunicó lo siguiente:
«La extremadamente estricta normativa anticontaminación EU7 está acelerando de forma dramática el proceso de electrificación de la industria. No solo necesitamos más coches eléctricos, si no que tendremos que despedirnos antes de tiempo de algunos coches de combustión interna.
Por tanto, hemos decidido invertir en el futuro y despedirnos a tiempo de vehículos térmicos como el Skoda Fabia Combi.»
Como se puede comprobar, y como ya hemos sabido por otras marcas, son los coches pequeños y baratos los que más van a sufrir el envite de las nuevas normativas anticontaminación. El motivo no es que no puedan cumplirlas, si no que su precio se dispararía para que pudieran hacerlo, y dejarían de ser rentables para las marcas. Es el caso del Skoda Fabia Combi de cuarta generación, cuyo diseño, además, exigiría una modificación sustancial del diseño básico del coche y de la plataforma MQB A0, con el objetivo de albergar un voladizo trasero realmente largo.
La gama de Skoda será racionalizada y electrificada. Algunos de sus iconos podrían también desaparecer.
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