Algunos modelos clásicos son tan raros y exclusivos que su valor mercante iguala o supera el de las grandes obras de arte de la Historia. Es el caso de los Bugatti anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Los modelos que han sobrevivido son tan raros y exclusivos que, para algunos aficionados, la única manera de poder conducir es comprando una réplica. Y para ellos, las mejores son las de Pur Sang.
Los elevados precios de los coches de colección clásicos más deseados ha dado lugar al mercado de las réplicas. Entre los años 70 y 90, ese mercado era boyante. Réplicas de Ferrari, Porsche o Lamborghini y, por supuesto Bugatti, eran algo muy común.
Algunas se vendían en kits y la calidad no era muy buena (cuántos Pontiac Fiero no fueron sacrificados para convertirse en un improbable Ferrari). Otras, sin embargo, eran bastante fieles al original, aunque si se paraba uno a mirarlas con detenimiento, empezaban a aparecer incoherencias.
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Una de las más famosas era el Ferrari 365 GTS/4 Daytona Spyder de Sonny Crockett en ‘Miami Vice’. En realidad era un Corvette C3 realizado a petición de los productores por McBurnie Coachcraft. En la temporada 3 el coche es destruido para complacer a Ferrari que los había demandado, aunque finalmente les cedió un par de Testarossa nuevecitos para las temporadas siguientes.