Quizá no quisimos creerlo cuando nos lo dijeron por primera vez, pero ya lo tenemos prácticamente encima y no hay vuelta de hoja. El coche eléctrico no va a dejar intacto ningún resquicio de la automoción, y eso también incluye a los archiconocidos ‘muscle car’ que ya tienen fecha de caducidad en Estados Unidos.
Desde su concepción en los años sesenta hasta hoy, los ‘muscle car’ han representado el máximo exponente del ruido y la furia que puede evocar un automóvil: brutales aceleraciones, derrapes y quemadas de neumático al ritmo del estruendo de sus poderosos motores V8, los cuales beben gasolina como si no hubiera un mañana. Una estampa que sigue despertando pasiones, pero que empezará a desaparecer en los próximos dos o tres años.
Adiós al precio como argumento de venta
No en vano, los tres grandes constructores de Detroit (Ford, General Motors y Stellantis North America) mantienen sus propuestas en este segmento con muy leves actualizaciones y alguna que otra edición limitada, mientras van poco a poco desvelando sus planes para electrificar estos carismáticos deportivos sin destruir precisamente eso, su carisma.
La estrategia de Ford ya es conocida: el primer Mustang eléctrico, el Mach-E, ha adoptado la forma de un polivalente SUV que no descuida la potencia ni la deportividad. Su versión más prestacional, el GT, cuenta con 487 CV y 860 Nm de par que ya superan los 450 CV que ofrece el 5.0 V8 ‘Coyote’ del tradicional Mustang GT de combustión.