El Mercedes GLA ya lleva dos años en el mercado y se ha ganado el derecho a ser uno de los más vendidos de la marca alemana. Especialmente el modelo que hemos tenido la oportunidad de probar: acabado AMG Line junto con el motor diésel de 150 CV. Ambas opciones, las más vendidas dentro del repertorio de este SUV compacto.
A lo largo de esta prueba, verás por qué esta combinación le sirve al GLA para aumentar la nota que sacó con su versión de gasolina de 163 CV. No solo por el cambio de combustible, sino por algunas elecciones en el equipamiento que lo suben de categoría. Eso sí, no todo es deseable en los extras que puede llevar este coche y aquí también te vamos a explicar lo que debes evitar.
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Diseño del Mercedes GLA AMG Line
Como de costumbre, vamos a dar un repaso muy rápido a su diseño y dimensiones. Este SUV mide 4,41 metros de largo, 1,83 metros de ancho, 1,61 metros de alto y 2,73 metros de batalla. Unas medidas con las que gana habitabilidad con respecto a su antecesor, pero no maletero. Mercedes parece haber restado importancia a este apartado o, por lo menos, ha confiado en la adaptabilidad que ofrece los asientos corredizos en 14 cm, que permiten ampliar algo el espacio de carga de 425 litros.
Estas proporciones, junto con su diseño deportivo acentuado por el acabado AMG Line, le confieren un aspecto muy atractivo. Sobre todo por la parrilla tridimensional, con el gran logo de la marca y los faros afilados, que en este caso son los recomendables Multibeam LED (578 euros), con las luces de carretera automáticas Plus.Suscríbete a nuestro canal de Youtube
El perfil del Mercedes GLA mantiene este aspecto deportivo, tanto por la caída del techo como por las llantas AMG de