Honda no deja de evolucionar pero siempre tendremos en nuestra memoria uno de los modelos más míticos de la historia del automóvil; el Honda NSX. El origen del Honda NSX se remonta a la década de los ochenta. Un momento temporal en el que los motores Honda, tanto en Fórmula 1 como en MotoGP, lo estaban ganando todo en la pista. ¿Sería posible diseñar un modelo deportivo de prestigio para conducir por las calles de cualquier ciudad?
La respuesta, evidentemente, la sabemos. En febrero del año 1989 se presentaba un modelo preserie bajo el nombre de Acura NS-X. Un automóvil deportivo que desafió a la competencia e hizo temblar a caballos y a toros… con tecnología y diseño propios, innovaciones exclusivas y el famoso monocasco en aluminio. El resultado, un coche de calle inspirado en soluciones propias de la experiencia de Honda en Fórmula 1.
Un reto; el aluminio
La propia marca asegura que «convertimos los sueños en retos» y quiso poner en práctica su lema con un monocasco de aluminio. Todo un hito de ingeniería teniendo en cuenta que han pasado 40 años y que hablamos de un material complejo tanto en soldadura como estampado. Eso sí, el aluminio suponía un bajo peso y no se oxidaba, ventajas que, sin duda, sirvieron de aliciente para resolver los inconvenientes.
Más allá del material, el motor del NSX tampoco pasó desapercibido. Un propulsor V6 instalado en posición central transversal con tres litros de cilindrada y 24 válvulas. El material del mismo no hace falta mencionarlo… La que sí que merece ser recordada es su velocidad máxima: 270 km/h.
De la primera generación se fabricaron diecinueve mil unidades hasta 2005. Hoy, son codiciadas piezas de colección. Una década después, llegaría la segunda generación: un superdeportivo híbrido con motor de gasolina V6 biturbo de 3,5 litros y 3 motores eléctricos, tracción en las cuatro ruedas inteligente y una potencia conjunta de 581 CV, pero esa es otra historia.