En este inicio de la era del coche eléctrico la lucha por imponerse es feroz. Frente a un Tesla que superará el millón de coches vendidos en 2022, el Grupo Volkswagen usa todo su poder financiero e industrial para seguir el ritmo, mientras las marcas chinas quieren entrar en el mercado europeo rompiendo moldes y precios.
Pero el coche eléctrico tiene un problema inherente frena se adopción en masa. Y si bien el elevado precio de un coche eléctrico es sin duda un freno a su crecimiento, no es el mayor de sus problemas.
Resumiendo con brocha gorda, el principal problema de un eléctrico es la necesidad de disponer de una plaza con enchufe para recargarlo, necesaria por los largos tiempos de carga para al recargarlo no dañar la batería. En el fondo, el problema del coche eléctrico es… su batería.
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En toda Europa, desde Sevilla a Oslo, somos un continente en el que, en diferentes proporciones según los países, la mayoría de los coches en zonas urbanas duermen en la calle. En ese caso, quien tenga un coche eléctrico deberá acudir a los puntos públicos, casi siempre de carga semirrápida o rápida. Pero abusar de las recargas rápidas es comprometer la capacidad de la batería, hasta un 20% de pérdida en un año. Y no hace falta recargarla al 100% ni al 60% para que eso