El Opel Grandland lleva en el mercado cinco años. Pero tras la actualización que recibió en 2021, cuando pasó a denominarse Grandland «a secas» en vez de Grandland X, sigue siendo un SUV plenamente vigente y al día, y una compra muy interesante, tanto por diseño como por posibilidades de equipamiento y gama mecánica. Y es que cada vez resulta más difícil encontrar un modelo en el que se pueda elegir entre motores de gasolina y diésel, además de las siempre interesantes variantes híbridas enchufables, pero todavía alejadas en precio de los motores convencionales.
En esta ocasión nos vamos a centrar en la versión con el motor 1.5 turbodiésel de 130 CV, que se asocia exclusivamente al cambio automático de 8 velocidades con convertidor de par. Una combinación «clásica» pero que da muy buen resultado, configurando un coche con un enfoque familiar ideal, por su buen rendimiento general, un gran confort de marcha y un interior muy bien aprovechado. Empezamos.
Precio y equipamiento del Opel Grandland Diésel
Opel ha reducido a dos las versiones de equipamiento para el Grandland 1.5 Diésel, para el que actualmente se puede elegir entre el acabado Design & Tech, de planteamiento más elegante gracias a sus llantas bitono y con elementos como los faros Intellilux Pixel LED de serie; o el GS, con una apariencia más deportiva que incluye llantas y techo en color negro. Los precios en el configurador online de Opel son los siguientes:
- Opel Grandland 1.5 Diésel Auto. GS: 36.817 euros
- Opel Grandland 1.5 Diésel Auto. Design & Tech: 36.377 euros
Frente al motor 1.2 Turbo de 3 cilindros de gasolina con 130 CV equipado con el cambio automático para que la comparación sea equitativa, el turbodiésel supone un sobreprecio asumible de menos de 1.500 euros, aunque con los precios actuales del gasóleo, superior a la gasolina, no será tan fácil de alcanzar el punto de amortización como cuando los precios de los combustibles favorecían a los diésel. Una situación que es difícil de pronosticar si volveremos a ver algún día… y cuándo.
Lo que sí es seguro es que con el turbodiésel te garantizas un consumo medio menor en cualquier situación, y no tan sensible al ritmo de marcha o al tipo de conducción, según veremos más adelante. También conviene mencionar aquí que el Grandland de acceso a la gama, con motor gasolina y cambio manual, está disponible desde poco más de 33.100 euros.
En cuanto al equipamiento, en los dos casos es muy completo, con los elementos de seguridad y confort más importantes de serie, incluyendo el sistema multimedia Intelli-link con pantalla táctil de 10 pulgadas y una instrumentación digital de 12 pulgadas. Además, las posibilidades de completar y personalizar el coche a gusto de cada cual contemplan paquetes bien organizados -confort, tecnología, aparcamiento, seguridad, etc- y a un precio razonable.
Destacaría el paquete Safety, que por unos 600 euros añade el control de crucero adaptativo con alerta de fatiga, detector de señales de tráfico y sistema de alerta y mantenimiento de carril. Y para la máxima seguridad a la hora de conducir de noche, los faros matriciales siempre son una ayuda inestimable; su precio es de unos 1.140 euros, y cuanto más conduzcas de noche más valorarás la inversión.
El interior del Opel Grandland: sentido práctico
Estrenado en el Opel Mokka, la marca denomina «Pure Panel» al conjunto que forman las dos pantallas dispuestas horizontalmente como si formaran una sola, la de la instrumentación y la del sistema multimedia. El aspecto no es tan sofisticado como el de su primo hermano, el Peugeot 3008, con el peculiar i-cockpit, pero el Pure Panel aporta una sensación «digital» de modernidad dentro de la sencillez del diseño. Afortunadamente se conservan los mandos físicos para el control de la climatización y algunas funciones principales del propio sistema multimedia, sin necesidad de recurrir a la pantalla.
La consola central ofrece un práctico huevo con tapa abatible por delante de la palanca del cambio tipo joystick (hay levas en el volante); a un lateral de esta tenemos el mando para cambiar entre los distintos modos de conducción, y por detrás queda el botón del freno de estacionamiento eléctrico. También hay un reposabrazos central con un generoso hueco bajo su tapa. Lo que menos me gusta es el acabado negro brillante de las inserciones del salpicadero en esta zona, un material que siempre cuesta tener limpio, porque atrae mucho y se deja notar el polvo y la suciedad.
Los asientos son muy cómodos, y también destaca el espacio disponible en las plazas traseras, aunque en este tipo de coches siempre es de agradecer un sistema de regulación longitudinal de la banqueta, que el Grandland no ofrece. Aun así, no falla en ninguna cota, situándose en la media o por encima del segmento. Las plazas traseras pueden contar con salidas de aire del sistema de climatización, toma USB, toma de corriente de 220V e incluso calefacción para los asientos.
En cuanto al maletero, son más de 500 litros de capacidad, también de lo mejorcito entre los SUV de su tamaño. Los respaldos de los asientos traseros se abaten fácilmente desde el propio maletero, y el piso puede colocarse en dos alturas, dejando un doble fondo por debajo, lo que puede resultar muy práctico para organizar la carga.
Motor turbodiésel y cambio automático: largo recorrido
El motor turbodiésel de 130 CV con el cambio automático forman un tándem perfecto para un coche con el planteamiento familiar del Grandland. No es el mejor motor de su clase en nada, pero sí de los más equilibrados cuando se trata de valorar al mismo tiempo capacidad de respuesta, suavidad de marcha y consumo. La única «pega» que podría tener para aquellos que valoren especialmente este apartado es que no cuenta con ningún tipo de hibridación, por lo que tiene que conformarse con la etiqueta C de la DGT.
No es, y tampoco lo pretende, un portento a la hora de acelerar o ganar velocidad si pretendes mantener marchas largas. Pero lo importante aquí es centrarse en la conducción y dejar trabajar al cambio automático, que se muestra siempre muy suave. El selector de modos de conducción permite elegir entre los programas normal, eco y sport, sin que exista una diferencia tan marcada entre ellos en cuanto a la respuesta del motor como para andar «jugando» con el botón. Si quieres tomar el control siempre puedes elegir el modo manual-secuencial y recurrir a las levas tras el volante, pero créeme, no te hará falta… y tampoco es un coche que pida este tipo de conducción.
Lo mejor, sin duda, es que con este motor el Grandland es un coche para hacer muchos kilómetros. El confort general acompaña, pero también lo hace el consumo. No es de los más bajos entre los SUV con motor turbodiésel de potencia similar, y será difícil conseguir acercarse a los 5,1 l/100 km que homologa. Lo bueno que tiene, sobre todo si lo comparamos con la alternativa en gasolina, el 1.2 Turbo de 3 cilindros con la misma potencia, es que el consumo no es tan variable, y no tendrás que esforzarte para quedarte en medias de 7,5 l/100 km independientemente de si vas cargado o no, o de si la carretera tira para arriba. A velocidad constante en autopista, en modo ECO y mimando el acelerador, puedes viajar con medias que superan por poco los 6 l/100 km.
Fácil de conducir, cómodo y seguro
El comportamiento dinámico del Grandland pone la guinda a un coche muy satisfactorio, tanto para recorridos diarios en los que toque maniobrar o callejear por la ciudad, como en viajes de larga duración… o incluso si toca salir de la autopista y llegan las curvas. La suspensión ofrece un compromiso muy bueno entre estabilidad y confort sin ser demasiado blanda, por lo que la carrocería va siempre bien sujeta. Hemos probado el Grandland equipado con unos neumáticos GoodYear Vector 4Seasons que me han parecido muy satisfactorios en cuanto a agarre en seco o en mojado, así como por sonoridad. Con la llanta de 18 pulgadas de serie, la dimensión 225/55 me parece muy acertada.
Un buen aislamiento en el habitáculo consigue que ni el ruido del viento ni el del motor llegue a ser molesto en ninguna circunstancia, lo que también contribuye a la sensación general de confort de marcha. Y los sistemas de seguridad y asistencia facilitan la conducción con un funcionamiento correcto y poco intrusivo, destacando lo bien que funcionan los faros matriciales o los sistemas de ayuda al aparcamiento, en especial con la cámara de 360 grados.