La historia del Peugeot 205 está estrechamente ligada a la de Jean Boillot, miembro del Consejo de Administración de Peugeot a finales de los años setenta. Fue él quien, en un momento difícil para la empresa, concibió el ambicioso proyecto de comercializar un utilitario pequeño que fuera mucho más que un coche urbano. Un coche polivalente, tan cómodo en la ciudad como en la carretera, asequible y capaz de transportar a una familia pequeña… en resumen, un coche que lo tuviese todo.
El Peugeot 205 cambió las reglas del juego, tanto en los aspectos de diseño como de tecnología y marketing. La mayoría de los Peugeot anteriores habían sido diseñados por Pininfarina, pero esta vez, el equipo de diseño de la propia marca, dirigido por Gérard Welter, presentó un diseño mucho más moderno y fluido que ganó el concurso organizado internamente por la compañía (Pininfarina se “consoló” diseñando el Peugeot 205 Cabriolet). Aquel diseño inauguró algunos rasgos distintivos que se encontrarían en posteriores modelos de la marca, por ejemplo, la parrilla con lamas horizontales y la franja situada entre las luces traseras. Y el interior del 205 también es obra de un nombre ilustre del diseño automovilístico, Paul Bracq, entonces miembro de Peugeot.
El primer diésel pequeño de altas prestaciones
Técnicamente, el PEUGEOT 205 supuso la entrada de Peugeot en la era moderna: compacto pero espacioso, práctico (en gran parte gracias al portón trasero), eficiente y económico, apto para todos los usos… En particular, es el primer coche de la marca que incorporó barras de torsión en la parte trasera para ampliar el espacio del habitáculo. También es el primer coche que introdujo la nueva familia de motores XU, concretamente el XUD7, unos cuatro cilindros de 1769 cm3 y 60 CV que convirtió al Peugeot 205 en el primer diésel francés del segmento