Desde mi primera toma de contacto con la gama Kia Sportage allá por febrero de 2022, en la que además de analizar la gama al completo pude conducir brevemente algunas versiones, tenía ganas de convivir unos día y probar a fondo la versión que, ya entonces, me parecía una de las más interesantes: el Kia Sportage Híbrido no enchufable. Y tras convivir una semana larga con el Sportage HEV haciendo uso de él a diario -ya sabes, trabajo, de compras, con la familia-, además de aprovechar para un viaje a la playa, puedo asegurarte que si estás perdido y no te decides entre tanta oferta, el Sportage HEV es un «valor seguro».
Estoy contigo, elegir a la hora de comprar un coche nuevo a veces es harto difícil. Y más en este caso. Para empezar, la gama Sportage cuenta con versiones gasolina y diésel, que para complicar más la cosa algunas tienen etiqueta C y otras llevan hibridación ligera MHEV y etiqueta ECO. Y luego tienes el Sportage HEV híbrido normal y el Sportage PHEV híbrido enchufable. Los precios, desde 28.300 euros de la versión de acceso hasta los más de 55.000 del tope de gama.
En la guía de compra que mencionaba anteriormente tienes un análisis sobre qué opciones interesan más en función de tu presupuesto y del tipo de utilización que vayas a hacer del coche, pero te resumo: descarta las versiones con etiqueta C y elige los MHEV aunque tu presupuesto vaya ajustado. Y si puedes da el salto al híbrido, disponible desde 37.750 euros con descuentos, que es lo mismo que cuesta el 1.6T GDI de gasolina con cambio 7DCT -aunque algo más equipado- y apenas 1.500 euros más que un CRDi de 136 CV con el mismo equipamiento pero cambio manual… ¡y casi 100 CV menos!
¿Qué versión elegir y cuánto me tengo que gastar para comprar un Sportage HEV?
Por poner las cifras sobre la mesa antes de avanzar, apunta: el precio del Sportage HEV incluyendo el descuento promocional, y sin financiar la compra, es de 37.750 euros para la versión con acabado Drive. Te llevas un SUV con 230 CV y un equipamiento muy completo, difícilmente echarás algo en falta. Y aquí tienes que echar bien las cuentas, porque pasar al acabado Tech supone casi 3.000 euros más, a cambio de las llantas de 18″ en vez de 17″, los faros LED con luz de carretera adaptativa, ventanillas traseras oscurecidas, tapicería «Tech», llave inteligente y arranque por botón, asientos eléctricos y calefactables y cargador inalámbrico para el móvil.
También puedes elegir el Sportage HEV con tracción total, que solo está disponible a partir del acabado Tech, y tiene un precio de unos 3.000 euros frente al 4×2. Ya sabes mi opinión sobre esto: salvo casos muy, pero que muy particulares (zonas de montaña con nieve muy frecuente, transitar por caminos en muy mal estado y afrontar fuertes pendientes), a mi dame el 4×2 y unos buenos neumáticos All Season, y me guardo el sobreprecio de la tracción total para completar el equipamiento… o para combustible.
Y aunque no me extrañaría en absoluto que te sintieras atraído por las exitosas versiones GT Line de Kia, mucho ojo porque entonces nos vamos ya a un precio de partida de 45.700 euros, 8.000 euros más que la versión de acceso. Eso sí, además de los llamativos detalles decorativos propios de este acabado, aquí te llevas ya un coche «top», con elementos como los asientos ventilados, el portón trasero manos libres, la cámara 360 grados, sistema de estacionamiento remoto, equipo de audio premium firmado por Harman Kardon, techo panorámico, asistente de prevención de colisión en salida de aparcamiento, alerta de tráfico trasero y asistente de ángulo muerto con monitor en la instrumentación.
Visto los precios… ¿cómo está el Sportage HEV frente a sus rivales? Pues en una situación inmejorable, teniendo en cuenta todo lo que ofrece y lo -ahora iremos a ello- lo bien que va. Por ejemplo, centrándome en las que considero las mejores alternativas al Sportage, un Ford Kuga FHEV de 190 CV parte desde 38.500 euros. El Hyundai Tucson HEV, su «primo-hermano», está en unos 39.000 euros, en función de las ofertas. Y tienes un Renault Austral, que también he podido probar a fondo hace poco, desde 38.000 400 euros. Aquí puedes leer la prueba del Austral, donde te cuento por qué es, junto al Sportage, uno de mis favoritos. Sin perder de vista al Toyota Rav4 Híbrido, que en su versión Adventure ofrece un plus que el resto no tiene si lo que buscas es poder salir con ciertas garantías del asfalto.
Además de un diseño llamativo, el Sportage también es un coche práctico
Tengo que confesar que desde el primer momento, el diseño del Sportage me pareció un poco «arriesgado». Pero ha pasado el tiempo y reconozco que ese frontal, que al principio me causaba cierto rechazo, ha acabado hasta gustándome. Aunque el Sportage es de esos coches en los que la sensación que transmite al verlo depende mucho del color de la carrocería; el verde de la unidad probada, con los toques en negro en los pasos de rueda y las barras de techo cromadas no queda nada mal. Pero lo mejor está por dentro.
La sensación inicial, nada más encender el contacto, es de que te pones al volante de un coche a la última en tecnología, con una presentación muy cuidada. Eso sí, particularmente prescindiría de tanto acabado en plástico negro brillante. Queda elegante… siempre y cuando esté limpio, algo que es complicado por la facilidad con la que atrae el polvo; y además, produce muchos reflejos.
Me gusta cómo funciona y lo fácil que se hace uno al sistema multimedia, con la pantalla táctil de 12,3 pulgadas colocada a continuación de la pantalla de la instrumentación digital, que tiene el mismo tamaño. Esta unidad no tenía cargador para el móvil por inducción (de serie en los Tech y GT Line) ni conexión inalámbrica con Apple CarPlay o Android Auto -hace falta utilizar cable-, funcionalidades que, lo reconozco, cada vez valoro más. Al igual que la posibilidad de manejar la climatización sin tener que recurrir a la pantalla multimedia y moverte por los menús. En el Sportage, como en otros KIA, puede hacerse a través de una hilera de botones también táctiles y con dos mandos giratorios situada en la consola, desde la que se puede alternar fácilmente para controlar la climatización o el sistema multimedia.
La buena visibilidad, el confort que ofrecen los asientos incluso en tiradas largas por autopista, la calidad de los gráficos y de las imágenes del sistema de cámaras cuando se trata de aparcar, los prácticos huecos para vaciarte los bolsillos, el buen tacto y fácil manejo de todos los mandos… En conjunto, el Sportage es un coche de esos que no da pereza conducir, con el que te integras y te sientes cómodo desde el primer momento. También los pasajeros, que cuentan con unas plazas traseras sobradas de espacio a pesar de ser la banqueta fija, y con detalles como el respaldo reclinable, tomas USB y salidas de ventilación.
En cuanto al maletero, son casi 590 litros en esta versión híbrida, y con la posibilidad de abatir los respaldos en proporción 40:20:40, lo que otorga una cierta versatilidad. Aquí, además de una toma de corriente de 12 voltios, argollas para colocar una red de sujeción para el equipaje y un punto de luz, encontramos un pequeño hueco bajo el piso para colocar algún objeto pequeño junto al compresor eléctrico del kit antipinchazos.
Al volante del Kia Sportage Híbrido: confort, prestaciones y bajo consumo
Hay coches que destacan sobre la competencia en algunos apartados concretos; por ejemplo, por su agilidad en carreteras de curvas (un Peugeot 3008 o un Mazda CX-5); por su confort (como el Citroën C5 Aircross); o por su facilidad de conducción a la hora de maniobrar por ciudad (se me viene rápido a la cabeza el Volvo XC40). No es el caso del Sportage, que no sobresale en nada en concreto… pero no falla en nada, y saca una nota muy alta en cualquier situación.
El paquete Tech opcional, que incluye las llantas de 18 pulgadas y neumáticos 235/55, es una buena opción y una prueba más de que los neumáticos muy anchos y de perfil bajo no se llevan bien con los SUV. Ayudan a las equilibradas suspensiones a ofrecer un notable confort de marcha y dan tranquilidad cuando te acercas mucho a un bordill, la carretera se llena de baches o decides salirte de lo negro. Cuidado, porque por altura libre al suelo y recorridos de suspensión no es el Sportage un coche pensado para muchas aventuras, aunque cuentes con ayudas como el control de descenso de pendientes. No es un coche especialmente ágil en curva, pero tampoco lo pretende, su carácter es más bien familiar, y se nota al conducirlo. Sólo una pequeña crítica para las ayudas a la conducción que más se dejan notar: el sistema de mantenimiento de carril corrige demasiado y puede llegar a ser molesto, aunque se conecta y desconecta fácilmente desde un botón en el propio volante. Y el control de crucero activo a veces es algo lento cuando toca volver a ganar velocidad.
¿Y el sistema híbrido? Pues también le daría un notable, por el equilibrio que ofrece entre prestaciones y consumo. Y también por el agrado de uso. Recuerda por su capacidad de empuje desde muy bajas vueltas gracias al motor eléctrico a ese poderío que tanto nos gustaba de los motores turbodiésel más «finos», que prácticamente están quedando en el olvido ante esta nueva generación de híbridos que son suaves, corren mucho y gastan poco. Ni siquiera hace falta tirar de modo «Sport» en el selector de programas de conducción: en el programa Eco quizás no tengas las prestaciones que esperas de un coche de 230 CV, pero te aseguro que no te faltará capacidad de aceleración o recuperación. Y siempre con un funcionamiento sin vibraciones ni exceso de ruido.
Es todo de lo que tendrás que preocuparte, porque el Sportage no da muchas opciones a la intervención del conductor: el sistema híbrido funciona siempre de forma automática, eligiendo si el motor que impulsa las ruedas es el eléctrico, el térmico o una combinación de ambos. Y lo hace francamente bien, a tenor de los consumos. No es de los que menos gastan -el Austral o el Kuga sería mis referencias-, pero es fácil quedarte por debajo de los 7 l/100 km sin esforzarte mucho en conducir suave. Y puedes rozar los 6 l/100 km si te pones en modo eficiencia y recurrir a «trucos» como alternar entre la posición «D» y «N» en la ruleta del selector de la transmisión, para activar «a mano» el «modo de marcha por inercia». Porque aquí ni siquiera tienes un modo «B» en la transmisión para contar con mayor retención. Hay levas tras el volante, pero no controlan diferentes niveles de recuperación de energía, sino que accionan el cambio de doble embrague; al final, acabas por no usarlas y dejar hacer al modo automático.
En el debe, como en muchos coches híbridos, lo sensible que te va a parecer el consumo del Sportage al ritmo de marcha, sobre todo si vienes de un turbodiésel. Y también te costará al principio acostumbrarte al tacto de los frenos, especialmente en ciudad, donde se nota claramente esa primera fase del pedal con menos mordiente y la transición entre la suave frenada regenerativa y la más potente frenada hidráulica.