En un mundo donde los inversores modernos valoran cada vez más las medidas no financieras, desarrollar una estrategia de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) se ha convertido en un elemento crucial para el éxito a largo plazo de las empresas. Juliano Palacios Abrantes lleva casi una década investigando cómo el cambio climático afecta a los sistemas de producción de alimentos marinos, destacando la importancia de frenar prácticas destructivas y abogar por soluciones basadas en la naturaleza y la creación de áreas protegidas submarinas. Este enfoque no solo es vital para la supervivencia y prosperidad de los océanos que sustentan a miles de millones de personas, sino que también señala el camino hacia un futuro más sostenible y resiliente para las empresas en todos los sectores. A medida que los activos globales de ESG están en camino de superar los 53 billones de dólares para 2025, entender y ejecutar una estrategia ESG sólida se ha vuelto imperativo.
Desentrañando los criterios
Los criterios de ESG representan un cambio paradigmático en la manera en que las empresas y los inversores abordan la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa. Esta tríada de criterios ambientales, sociales y de gobernanza ofrece un marco para evaluar cómo una organización se desempeña no solo en términos financieros, sino también en su capacidad para operar de manera sostenible y ética a largo plazo.
El aspecto ambiental evalúa la gestión de una empresa del entorno natural, su capacidad para actuar como custodio del medio ambiente. Los criterios sociales examinan las relaciones de la empresa con sus empleados, proveedores, clientes y las comunidades donde opera, enfocándose en el impacto de sus operaciones en estas partes interesadas. La gobernanza, por su parte, se centra en cómo se dirige y gestiona una empresa, incluyendo prácticas de liderazgo, compensaciones ejecutivas, auditorías, controles internos y derechos de los accionistas.
Navegando por la complejidad de ESG
El desafío de medir y rastrear el impacto social y ambiental de una empresa, así como evaluar su gobernanza a lo largo del tiempo, es considerable. Varias organizaciones de calificación buscan simplificar este proceso mediante índices predefinidos, otorgando evaluaciones y puntuaciones de ESG. Estas mediciones son cruciales para inversores, empleados, socios y el público general, quienes cada vez más toman decisiones basadas en el desempeño de ESG de las corporaciones.
La razón de ser
La adopción de una estrategia ESG no solo es una cuestión de atraer inversión o talento; se está convirtiendo en un requisito legal en muchos territorios. Con la legislación emergente en todo el mundo, como la Regulación de la UE sobre divulgaciones relacionadas con la sostenibilidad en el sector financiero, las empresas se encuentran en la necesidad de desarrollar y comunicar sus estrategias de sostenibilidad de manera transparente. Esta tendencia hacia la regulación hace que el desarrollo de una estrategia ESG robusta sea no solo una opción estratégica, sino una necesidad legal.
Primeros pasos hacia una estrategia
Desarrollar una estrategia ESG efectiva requiere un enfoque personalizado y estratégico. Las empresas deben comenzar por entender y cumplir con las regulaciones de ESG relevantes, utilizando marcos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, los Estándares SASB y los Principios Rectores de la ONU sobre Empresas y Derechos Humanos para guiar su estrategia. La participación de stakeholders prioritarios es fundamental para asegurar que la estrategia ESG de una empresa esté alineada con las necesidades de aquellos a quienes afecta directamente.
Al construir un marco y un plan de acción para la estrategia ESG, las empresas deben establecer objetivos claros, hitos y mecanismos de rendición de cuentas. Este enfoque no solo facilita el cumplimiento regulatorio, sino que también promueve la transparencia y el compromiso con los stakeholders, reforzando la posición de la empresa como líder en sostenibilidad y gobernanza ética. En última instancia, una estrategia ESG sólida no solo mejora la percepción pública y la viabilidad a largo plazo de una empresa, sino que también contribuye de manera significativa a un futuro más sostenible para todos.
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