El prototipo EQG nos adelantaba meses atrás lo que era un secreto a voces y por fin ha terminado haciéndose realidad. El Mercedes Clase G eléctrico ya está aquí y, aunque no os negaremos que lo que más nos gusta de él es que convivirá durante -esperemos- muchos años con las versiones actuales de gasolina y gasóleo, lo cierto es que tiene su atractivo y sus muchas razones para llegar pronto al mercado.
Todavía está muy en el aire lo que ocurrirá en Europa a partir de 2035 con los motores de combustión, pero lo que sí está claro es que tarde o temprano la electrificación se apropiará de la inmensa mayoría de las ventas. Por lo tanto, cuanto antes se adapten los usuarios a esta nueva variante y el propio coche a sus clientes más fieles, mejor. Solo de esa manera se garantiza seguir persistiendo el paso del tiempo… recordad que ya ha sobrevivido a más de cuatro décadas y quiere seguir haciéndolo.
Mercedes Clase G eléctrico: un 4×4 puro con etiqueta azul
Para notar las diferencias estéticas con respecto a los Geländewagen térmicos hay que tener el ojo muy entrenado. Apenas se aprecia una nueva parrilla carenada (cuyo marco puede estar retroiluminado), santo y seña de los eléctricos modernos, y lo que pretende imitar a la rueda de repuesto trasera, que en realidad es un cajón para guardar los cables de carga. Por lo demás, tenemos prácticamente las mismas cotas y por supuesto el mismo diseño emblemático que abandera desde finales de los 70.
En el interior, los cambios son aún más contados: detalles y pespuntes en azul (el color de las cero emisiones) y menús específicos en las pantallas para el sistema de propulsión. El puesto de conducción ya incorpora el volante de nueva hornada que estrenaron las clases S y,