El fabricante de Molsheim ha vuelto a hacerlo. Si ya pensábamos que era prácticamente imposible mejorar una pieza como el Bugatti Chiron, ahora los franceses se han sacado de la manga esta obra de arte a la que han bautizado como Bugatti Tourbillon. Los amantes de la relojería vincularán ese apellido al sistema que mejora la precisión de los relojes mecánicos. Abraham Louis Breguet buscó con su invención compensar las desviaciones producidas por la gravedad cada vez que el reloj cambia su posición.
Pues bien, el mejor guiño que Bugatti podía hacer al oficio de las maquinarias que nos dan la hora se plasma de forma extraordinaria en la instrumentación de este Tourbillon. En un mismo cuadro se insertan dos agujas, una para la velocidad y otra para indicar el giro del motor eléctrico. En el lado izquierdo vemos otro cuadro con tres relojes, casi en formato cronógrafo, con la reserva del combustible, las temperaturas de aceite y refrigerante, y la carga de la batería (porque sí, hablamos de un Bugatti electrificado.) En el otro extremo, de forma muy parecida a la escena central, se marca el rendimiento instantáneo que va ofreciendo el motor V16.
El V16 del Bugatti Tourbillon llega a las 9.000 rpm… ¡sin turbos!
Y es que ese motor de 16 cilindros en V y 8,3 litros que declara 1.000 CV, en cuyo desarrollo ha colaborado nada menos que la casa Cosworth, se une ahora a un sistema eléctrico con batería de 25 kWh para entregar una potencia conjunta de 1.800 CV. Con ello, el fantástico hiperdeportivo galo pasa de 0 a 100 km/h en apenas dos segundos (de 0 a 200 en cinco y de 0 a 300 en lo que cuentas 10.)
Su velocidad punta genérica es de 380 km/h, la cual alcanza en menos de medio minuto. Sin