Las plantas desalinizadoras están revolucionando el acceso al agua potable al transformar el agua del mar en un recurso dulce. Con más de 16,000 plantas operativas en 177 países, estas instalaciones son esenciales para enfrentar la sobreexplotación de acuíferos y los efectos del cambio climático. A pesar de no ser una solución única, son una herramienta vital para aliviar la presión sobre las fuentes de agua dulce tradicionales.
La importancia de las plantas desalinizadoras
Las plantas desalinizadoras se han convertido en una solución indispensable en un mundo donde el acceso al agua dulce es cada vez más limitado. La ONU informó que en 2019 existían 16,000 plantas de desalinización operativas en 177 países, capaces de producir un volumen de agua dulce equivalente a la mitad del flujo de las cataratas del Niágara. Este número ha seguido creciendo, reflejando la creciente dependencia de la desalación para mitigar la crisis del agua.
A pesar de que el planeta Tierra está cubierto en un 70% por agua, solo el 3% de esta es agua dulce, y gran parte de ella no es accesible para el consumo humano. La sobreexplotación de acuíferos es un problema crítico. El informe ‘Interconnected Disaster Risks 2023’ de la ONU señala que 21 de los 37 principales acuíferos del mundo se están agotando más rápido de lo que pueden recargarse. Ante esta realidad, la desalinización emerge como una solución crucial.
Desalación: Procesos y tecnologías
La desalinización implica la eliminación de minerales del agua de mar, convirtiéndola en apta para el consumo humano, la agricultura y la industria. Existen dos métodos principales: la evaporación y el uso de membranas, siendo la ósmosis inversa la tecnología más utilizada actualmente. Domingo Zarzo, presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización, explica que las membranas de ósmosis inversa funcionan como filtros que separan el agua de las sales aplicando alta presión, siendo más eficientes energéticamente que los métodos de evaporación.
La desalinización no solo se emplea para la producción de agua potable. En países como España, cerca del 9% del agua potable proviene de la desalación, y el 21% del agua desalada se utiliza en la agricultura. Otros países, como Maldivas, Malta y Bahamas, dependen completamente de la desalación para su suministro de agua.
El cambio climático y la desalación
El cambio climático está exacerbando la crisis del agua. El aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de precipitación están reduciendo la disponibilidad de agua dulce y aumentando la frecuencia de sequías. La desalación se presenta como una herramienta clave para enfrentar estos desafíos. En España, el gobierno planea construir tres nuevas grandes plantas desalinizadoras en el sur del país, aumentando aún más la capacidad nacional de desalar unos cinco millones de metros cúbicos de agua al día.
Sin embargo, Zarzo advierte que la desalación no debe considerarse una solución mágica. «Es un complemento, no una única solución«, señala, destacando la importancia de la eficiencia en el uso del agua, el ahorro y la reutilización antes de recurrir a la desalación como último recurso.
Retos y sostenibilidad de la desalación
La desalinización enfrenta varios desafíos, como la generación de residuos en forma de salmuera, el alto consumo energético y el costo del agua producida. Sin embargo, los avances en la tecnología y la integración de energías renovables están mejorando la sostenibilidad de estos procesos. Zarzo argumenta que la salmuera, que es simplemente agua de mar concentrada, no contiene elementos tóxicos y se diluye antes de ser devuelta al océano, minimizando su impacto ambiental.
El consumo energético también se ha reducido significativamente. La energía necesaria para producir el agua desalada que una familia de cuatro personas consume en un año es comparable a la que utiliza un refrigerador en el mismo periodo. Además, el costo del agua desalada es hasta 500 veces más barato que el agua embotellada.
Un informe del Instituto para el Agua, el Medioambiente y la Salud de la ONU enfatiza que la desalación debe seguir un proceso sostenible para ser una solución real a la crisis del agua. La industria se está dedicando a mejorar la sostenibilidad, incrementando el uso de energías renovables y avanzando hacia una economía circular. La desalinización es una herramienta vital en la lucha contra la escasez de agua, especialmente en un mundo cada vez.
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