Noruega, país destacado por su adopción de tecnologías limpias y energías renovables, enfrenta una contradicción al continuar con la intensa perforación de petróleo y gas. Mientras sus ciudadanos disfrutan de una vida sostenible, el país nórdico lidera la producción de petróleo per cápita, generando un debate sobre su verdadero papel en la lucha contra el cambio climático.
La paradoja Noruega
El ciudadano promedio de Noruega, conocido por su amor a la naturaleza, es más propenso que cualquier otro a conducir un coche eléctrico al trabajo y calentar su hogar con una bomba de calor. Con una red eléctrica que funciona casi exclusivamente con energías renovables, los noruegos se destacan por sus prácticas sostenibles. Sus políticos financian la conservación de bosques tropicales y presionan a otros países para proteger el medio ambiente.
Sin embargo, esta imagen verde se oscurece con un detalle significativo: Noruega extrae más petróleo per cápita que Rusia, Irán, América del Norte y Arabia Saudita. «Noruega se autoproclama líder climático, pero en realidad es un hipócrita climático«, dice Frode Pleym, jefe de la rama noruega de Greenpeace. Este contraste entre sus prácticas internas y su industria petrolera ha llevado a muchos a considerar a Noruega tanto como un héroe climático como un villano del carbono.
La gestión del petróleo y su impacto global
Noruega, la nación más rica del mundo que no se clasifica como paraíso fiscal, ha contado durante décadas una historia de éxito basada en el descubrimiento de vastas reservas de petróleo. Aunque el país ya era uno de los más ricos del mundo antes de encontrar petróleo, la narrativa nacional ha posicionado el descubrimiento de petróleo como el motor de su prosperidad.
Lo que diferencia a Noruega es cómo ha gestionado su riqueza petrolera. En lugar de enriquecer a ejecutivos y accionistas distantes, los burócratas noruegos han invertido las ganancias del petróleo en el fondo soberano más grande del mundo, que hoy posee más de un billón de dólares en activos. Este fondo, encargado de salvaguardar la riqueza para las futuras generaciones, utiliza su influencia para acelerar la transición a una economía limpia, presionando a las empresas para que establezcan objetivos de cero emisiones netas.
A pesar de sus esfuerzos por promover una economía doméstica limpia, Noruega continúa otorgando licencias para la extracción de combustibles fósiles, desafiando las advertencias científicas de que ya existen suficientes plataformas petroleras y pozos de gas para superar el presupuesto global de carbono para mantener el calentamiento por debajo de 1.5 grados Celsius. La Agencia Internacional de Energía ha señalado durante los últimos tres años que la exploración adicional de combustibles fósiles no es compatible con los escenarios para alcanzar emisiones netas cero para 2050.
Impacto doméstico y económico
Internamente, Noruega ha reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero solo un 11% desde 1990, a pesar de su éxito en la electrificación de la economía y el uso de energías renovables. La expansión de la industria del petróleo y gas ha sido el mayor obstáculo para un mayor progreso. Además, la economía noruega depende en gran medida de estos recursos, con un cuarto de su PIB proveniente de la industria del petróleo y gas.
Noruega también ha aumentado la producción de gas para satisfacer la demanda europea tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, lo que ha extendido la incertidumbre sobre el futuro del petróleo y gas durante muchas décadas más. A pesar de su contribución a mantener las luces encendidas en Europa, esto ha reducido la presión sobre los líderes europeos para invertir en energías renovables y medidas de eficiencia energética.
Una necesidad urgente de liderazgo en la transición
A pesar de su imagen verde y sus esfuerzos significativos para una economía limpia, Noruega enfrenta una encrucijada crítica. Necesita planificar una transición justa hacia una economía limpia, dado que su mayor cliente, la UE, se ha comprometido a convertirse en el primer continente neutro en carbono. Mientras algunos argumentan que la reducción de la producción noruega de petróleo podría ser reemplazada por combustibles más sucios de otros países, otros creen que Noruega, como una de las petroestados mejor posicionadas, debería liderar el camino hacia la transición.
La falta de acción global coordinada en la reducción tanto de la oferta como de la demanda de combustibles fósiles destaca la necesidad de nuevos tratados globales. Hasta que tales esfuerzos se materialicen, Noruega continuará navegando su compleja posición como líder en tecnología verde y principal productor de petróleo.
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