El Everest, emblema de la superación humana, se enfrenta a un reto inesperado: el impacto del turismo masivo que deja tras de sí más de 200 toneladas de basura al año. La acumulación de desechos plásticos, orgánicos y botellas de oxígeno amenaza este ecosistema único. Ahora, iniciativas tecnológicas buscan soluciones sostenibles para proteger la montaña más alta del mundo.

El Everest se enfrenta a una avalancha de basura

La majestuosidad del Everest, que se eleva a 8.848 metros, está siendo ensombrecida por una creciente marea de desechos. En su afán por conquistar la cima, más de 80.000 personas visitan anualmente el Parque Nacional de Sagarmatha, hogar del Everest, dejando tras de sí una herencia no tan noble: 200 toneladas de basura al año. Esta acumulación de residuos se ha vuelto un problema persistente desde que el turismo masivo ganó terreno en las décadas recientes, obligando a la comunidad local y a las autoridades a buscar soluciones para gestionar lo que los turistas dejan atrás.

Entre la basura que se encuentra en el Everest, destaca una mezcla de plásticos, botellas de oxígeno, tanques vacíos, baterías y restos orgánicos, lo que demuestra la incapacidad de los sistemas tradicionales para lidiar con tal volumen de desperdicios. Según la Sagarmatha Pollution Control Committee (SPCC), en las expediciones del 2022 se recogieron más de 44 toneladas de desechos en los campamentos base del Everest, Lhotse y Nuptse. A pesar de los esfuerzos para limpiar, el problema persiste, ya que la basura se entierra bajo la nieve o queda atrapada en las zonas más peligrosas de la montaña, como el campo 4, donde es casi imposible retirarla debido a las condiciones extremas.

Un frágil ecosistema al límite

La acumulación de residuos no solo supone una amenaza estética, sino que tiene implicaciones profundas para el ecosistema del Everest. Los desechos orgánicos y plásticos contaminan las fuentes de agua y afectan la fauna local, mientras que los microplásticos se han encontrado incluso en las muestras de nieve y agua en los glaciares del Himalaya. Estos contaminantes, aunque invisibles a simple vista, pueden tener efectos devastadores a largo plazo para las comunidades locales que dependen de estos recursos naturales para su subsistencia.

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Frédéric Kauffmann, fundador de ‘The NeverRest Project’, señala que las cifras son alarmantes, con más de 4.000 litros de orina al día depositados en el glaciar Khumbu, cerca del campo base. Este dato ilustra la magnitud del desafío y la falta de infraestructura adecuada para manejar los residuos generados por los escaladores. La contaminación de los ríos, además, afecta a los cultivos y la vida silvestre de la región, lo que agrava una situación ya crítica para el equilibrio ecológico del área.

Soluciones tecnológicas a la contaminación

Para abordar este problema, la innovación tecnológica se está convirtiendo en una herramienta esencial. Iniciativas como ‘The NeverRest Project’ han propuesto soluciones para mitigar el impacto del turismo en la región, desde urinarios portátiles hasta sistemas de gestión de residuos que transforman los desechos en cenizas. El prototipo Nourea, por ejemplo, es un urinario portátil con un filtro que convierte la orina en agua en apenas 20 minutos, una solución práctica para reducir los residuos líquidos en las alturas.

Otra propuesta clave es la creación de un glaciar artificial, ‘The Ice Spring’, que se espera que proporcione hasta 750.000 litros de agua potable para el campamento base durante la temporada de expediciones. Con ello, se reduciría la necesidad de extraer hielo del glaciar Khumbu, contribuyendo a preservar este recurso natural. Además, las tiendas solares portátiles desarrolladas por el proyecto podrían generar suficiente energía para minimizar el uso de combustibles fósiles, como el queroseno, mejorando la sostenibilidad de las expediciones.

Un cambio de mentalidad necesario

Más allá de las soluciones tecnológicas, uno de los mayores desafíos es cambiar la mentalidad de los visitantes. Las campañas de concienciación juegan un papel crucial para fomentar un turismo más respetuoso y sostenible en el Everest. El principio de «no dejar rastro» se ha convertido en una guía fundamental para los operadores turísticos y los propios montañistas. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para revertir el impacto acumulado de décadas de expediciones y garantizar que el Everest pueda seguir siendo un símbolo de grandeza humana sin estar marcado por nuestra huella de contaminación.

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Una nueva era de innovación para el Everest

Las tecnologías limpias no solo ofrecen una solución a la creciente crisis de contaminación en el Everest, sino que también abren la puerta a una nueva manera de interactuar con los entornos naturales más frágiles del mundo. Proyectos como ‘The NeverRest Project’ son un ejemplo de cómo la ingeniería y la ciencia pueden fusionarse para enfrentar los retos ambientales en regiones extremas. Sin embargo, no se trata únicamente de implementar tecnologías avanzadas, sino de reimaginar la forma en que entendemos el turismo en el Everest.

Kauffmann y su equipo han estado desarrollando un plan integral que no solo aborda los problemas inmediatos, como la gestión de residuos, sino que también piensa a largo plazo, buscando cómo la tecnología puede ayudar a monitorear el impacto humano en la montaña. El uso de sensores para medir la cantidad de basura y su localización exacta, junto con drones para realizar mapas topográficos detallados, son solo algunas de las innovaciones que se están implementando para permitir una mejor planificación y una limpieza más eficiente.

Este enfoque holístico incluye, además, la educación de los visitantes y una mayor colaboración entre gobiernos, empresas tecnológicas y comunidades locales. Solo a través de una estrategia conjunta será posible evitar que el Everest siga acumulando basura año tras año, poniendo en peligro su ecosistema y su reputación como uno de los destinos más emblemáticos del planeta.

Un futuro incierto pero esperanzador

El futuro del Everest dependerá, en gran medida, de la capacidad de la humanidad para equilibrar su deseo de exploración con su responsabilidad ambiental. Si bien la tecnología ofrece soluciones prometedoras, es imprescindible que estas vayan acompañadas de un cambio cultural profundo en cómo concebimos el turismo. Las autoridades de Nepal, junto con las organizaciones medioambientales y las empresas tecnológicas, deben encontrar una forma de regular el acceso al Everest sin comprometer su frágil ecosistema.

No obstante, la creciente conciencia sobre los daños que el turismo descontrolado puede causar ya está comenzando a generar acciones concretas. La implementación de nuevas tecnologías y la creación de campamentos base sostenibles son pasos importantes en la dirección correcta. Sin embargo, el verdadero desafío será garantizar que estas soluciones se mantengan a largo plazo y que todos los involucrados —desde los escaladores hasta los operadores turísticos— asuman su parte de responsabilidad en la preservación de este entorno único. Con el compromiso adecuado y el apoyo de las innovaciones tecnológicas, es posible que el Everest pueda continuar desafiando a los exploradores del futuro sin sucumbir a la presión del turismo masivo.

El artículo El Everest y su lucha contra 200 toneladas de basura y el turismo masivo: un reto tecnológico y ambiental aparece primero en Driving ECO.

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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.

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