Cuando hablamos de la seguridad en el coche, uno de los elementos más importantes que a menudo pasamos por alto es el tipo de vidrio que se utiliza en las diferentes partes del vehículo. El vidrio no solo está ahí para permitirnos ver el exterior, también juega un papel fundamental en la protección de los pasajeros en caso de accidente.
Hay dos tipos principales de cristales que se usan en la industria automovilística: el cristal templado y el laminado. Ambos tienen propiedades singulares que los hacen adecuados para determinadas partes del coche, pero es clave entender en qué se diferencian y cómo afecta esto tanto a la seguridad como a la funcionalidad.
¿Qué es el cristal templado?
El vidrio templado se fabrica sometiendo el vidrio a un proceso de fabricación específico que implica un calentamiento intenso, normalmente a una temperatura de alrededor de 650 grados Celsius. Una vez alcanzada esta temperatura, el vidrio es enfriado de manera rápida y controlada, lo que aumenta significativamente su resistencia y dureza. Este proceso hace que el vidrio templado sea entre cuatro y diez veces más fuerte que el vidrio convencional.
Una característica distintiva del vidrio templado es que, cuando se rompe, se fragmenta en pequeños trozos redondeados. Esto minimiza el riesgo de sufrir cortes profundos, lo que lo convierte en una opción de seguridad en elementos como las ventanillas laterales o traseras de los coches. Sin embargo, debido a su forma de romperse, es más propenso a daños si se expone a golpes directos o cambios bruscos de temperatura.
¿Qué es el cristal laminado?
El cristal laminado, por otro lado, es un tipo de vidrio en el que se intercalan varias capas de vidrio con una película de butiral de polivinilo (PVB) entre ellas. Este material es lo que le da al vidrio laminado su capacidad para absorber impactos