Decíamos ayer que el problema de tener sistemas cada vez más conectados entre sí nos lleva a un panorama en el que todo es susceptible de ser hackeado y hasta saboteado. Hoy vamos a ver algunos curiosos ejemplos de lo que podría llegar a suceder si los paneles de mensaje variable cayeran en las manos de quienes no deberían caer. Por fortuna, no se ha demostrado que ninguno de los ejemplos que siguen se haya visto realmente en la carretera. Pero, ¿quién sabe? A lo mejor no sólo estamos adelantándonos a nuestro tiempo, sino que estamos abriendo unas vías de negocio que hasta ahora nadie se ha atrevido a explorar y que podrían beneficiar a más de uno. La DGT, incluida. 1. Hackeo familiar: todo queda en casa Por ejemplo, imaginemos que tenemos que contarle algo a una persona que no dispone de los adelantos tecnológicos que nos brinda hoy en día la telefonía móvil. Tanto da que sea una felicitación por el cumpleaños que un mensaje sobre nuestras apetencias gastronómicas: «Mama, que hoy no me apetecen cocretas para comer.» Se enchufa el mensaje que nos interesa en el panel de mensaje variable et voilà: comunicación entre coche e infraestructura (car-to-X), reconvertida en un uso que verdaderamente nos puede ser útil para nuestro día a día. ¿Quién da más? 2. Hackeo publicitario 1: visite nuestro bar Aquí vamos un paso más allá, y es que entrar en el panel de mensaje variable y consignar lo que nos venga en gana puede ser toda una inversión de futuro para nuestro negocio, aunque este se quedara anclado en el pasado. Renovarse o morir, ¿no era eso? Ojo, porque aquí incluso la DGT podría hacer su agosto, alquilando bajo cuerda y por temporadas los paneles de mensaje variable al
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Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.
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