En 1964 se inauguraba en la ciudad de Rüsselsheim, Alemania, el novísimo Estudio de Diseño de Opel, cuyo edificio, con numeración N10, albergaba unas instalaciones futuristas que serían no solo un icono del diseño moderno, sino un hito histórico en el automovilismo europeo, al tratarse del estudio de diseño más grande en propiedad de un fabricante de coches dentro del continente hasta la fecha. Por aquel entonces, toda la industria del diseño automotriz hacía sus encargos a los grandes carroceros turineses como Bertone o Pininfarina.
Así, en Junio de 1964 General Motors concretaba un proyecto pionero que había fraguado desde que en los años 50 un edificio de similar diseño aunque a mayor escala sirviese de base para los desarrollos internos de las marcas locales del grupo GM, como Buick. Sin embargo, las tareas asignadas al Estudio de Diseño de Rüsselsheim eran mucho más complejas. El trabajo encomendado a los ingenieros y diseñadores fue el de captar y desarrollar el lenguaje de diseño que los clientes esperaban en los vehículos del futuro.
El estudio de diseño avanzado fue un departamento dentro del edificio N10 cuya misión era por tanto predecir y adaptar el estilo que años más tarde llegaría a los automóviles, como única receta ante el desinterés de un público que no se conforma con diseños que siguen la corriente imperante. Por así decirlo, de un comportamiento subversivo y atrevido nacen las ideas inaccesibles para el resto, y en su tiempo de respuesta está la clave del éxito comercial.
Las tareas desarrolladas por el Estudio de Diseño de Opel lo hicieron único en Europa. Rápidamente se convirtió en una “meca” para los mejores pinceles de la industria, por donde han pasado prestigiosos diseñadores como Chris Bangle, Murat Nasr, George Gallion… Así, muchas ideas y diseños han salido de Rüsselsheim década tras década